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Pablo Molina

Allá donde esté el trinque

70.000 millones de euros en manos de los socialistas para repartirlo según su criterio y sin fiscalización previa. ¿Qué podría salir mal?

70.000 millones de euros en manos de los socialistas para repartirlo según su criterio y sin fiscalización previa. ¿Qué podría salir mal?
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante la sesión de control al Ejecutivo, este miércoles en el Congreso. | EFE

Si Polonia y Hungría no lo impiden con su veto, el Gobierno de España comenzará a recibir el año próximo miles de millones de euros procedentes de la Unión Europea. Más de 140.000 millones, en concreto, de los que 70.000 serán distribuidos a particulares y empresas en forma de subvención. Y para que no haya dilaciones ni trabas burocráticas, el ministerio de Montero (la Marisú; no la Irene) ha preparado un decreto que rebaja sustancialmente los controles administrativos de ese reparto abrumador de dinero europeo, que va a inundar las arcas estatales en cuestión de pocos meses.

El panorama es el siguiente: 70.000 millones de euros en manos de los socialistas para repartirlo según su criterio y sin fiscalización previa. ¿Qué podría salir mal? Es hora de recordar lo que hicieron con 1.400 millones en Andalucía y, en su virtud, afirmar con rotundidad que si no multiplicamos por diez las casas de luces en territorio español habremos fracasado como país.

Pero los sociatas no contaban con la astucia de Iglesias, que ha olido el maná europeo y quiere también su parte de la tajada. Cuando era un penene perroflauta decía en La Sexta que él prefería gestionar los telediarios antes que el presupuesto. Pero eso fue antes de montarse en el coche oficial y empezar a manejar dinero público. Ahora prefiere dejarle la tele a Cintora y sacrificarse gestionando día y noche los recursos comunes para redistribuirlos entre el pueblo, que es como la izquierda disfraza con apariencia virtuosa su evidente pulsión cleptómana.

Ha habido bofetadas en el Consejo de Ministros, suponemos que solo virtuales, porque todos quieren manejar un trinque tan aparatoso como el que va a llegar de Bruselas. Ahí hay dinero para subvencionar hasta el último perroflauta malabarista de semáforos, convertido en Técnico de Gestión de Ocio Vial, que ya no tendrá que redistribuir la riqueza de los conductores porque el Gobierno le va redistribuir a él la nuestra sin necesidad de madrugar.

Iglesias quiere manejar la pasta y en ello se ha empleado con uñas y dientes. El éxito, una vez más, ha coronado sus esfuerzos a favor de los de abajo. Por tanto, a partir de febrero habrá que poner mucha atención al BOE para ver en qué (y sobre todo, a quién) se va a repartir este dineral. Salvo, claro, que el Gobierno de la transparencia decida que esa información no es relevante, en cuyo caso solo nos enteraremos cuando esta pesadilla sanchisto-flautica, oh dioses, haya pasado ya. 

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