El gobierno de España se presentará en el Consejo Europeo previsto para la próxima semana con el aval de Rubalcaba, un apoyo incuestionable que fortalecerá nuestra posición en las duras negociaciones que caracterizan a estos encuentros. El impacto en la sociedad alemana de este voto de confianza de Eduardo Madina, Elena Valenciano y Soraya B a la política europea de Rajoy ha debido de ser extraordinario, y no es descartable que las calles de Berlín se llenen de manifestantes portando carteles con sus fotografías para exigir al gobierno de Merkel que tome buena nota de las recetas de nuestros sociatas. Sólo falta convencer al gobierno alemán de que se avenga sin rechistar al cambio de paradigma en la política europea que proponen R&R, algo poco probable dado que el próximo otoño el partido de Merkel tiene que presentarse a unas elecciones y probablemente su partido tenga cierto interés en actuar en su propio beneficio electoral antes que en el del PSOE.
Rubalcaba dice sentirse muy cómodo con el acuerdo alcanzado con Rajoy, y no es para menos. En esencia, las líneas maestras de nuestra estrategia europea consisten en trincar más fondos para dar cursos inútiles a los parados juveniles y rebajar los intereses de lo que nos prestan para poder seguir gastando como si "el dinero público no fuera de nadie", que dijo la filósofa. Cómodo no, comodísimo debe de estar el todavía líder del PSOE viendo a su rival político cumpliendo el programa electoral de los socialistas. En el PP también están chochos con este acuerdo, pues su objetivo era alcanzar un consenso con la oposición socialista, no importa sobre qué ni en qué términos.
El consenso, tomado como un fin en sí mismo, sólo beneficia a la oposición, que de esta manera se queda con todas las opciones ganadoras y ningún riesgo de sufrir menoscabo en su imagen pública. Si la economía comienza a crecer y la salida de la crisis se convierte en un hecho será gracias al apoyo del PSOE. Si, por el contrario, el paro se agudiza y la economía sigue desplomándose, será culpa de Rajoy por no seguir a pies juntillas los consejos desinteresados de Rubalcaba, un hombre con sentido de Estado al frente de un partido que siempre defiende a España. En cualquier caso, el PSOE gana y el PP pierde. O sea, como siempre. Sobre esto último también hay consenso.