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Pablo Molina

El destete

Es natural que los beneficiarios del régimen protesten al ver que se van a quedar sin subvenciones. A los chotos les pasa igual durante el destete.

Es natural que los beneficiarios del régimen protesten al ver que se van a quedar sin subvenciones. A los chotos les pasa igual durante el destete.
LD

El llamamiento de Susana Díaz a cercar el Parlamento andaluz ha tenido un eco perfectamente descriptible. Dos mil quinientas personas únicamente se han dado cita en Sevilla respondiendo a la convocatoria del PSOE, que incluso les ha puesto autobuses para mayor comodidad. O sea, 30.000 enchufados en la Administración Paralela andaluza, miles de beneficiarios de los ERE falsos y más miles aún de asociaciones dedicadas a las políticas de género o al cambio climático, todos trincando como campeones durante décadas gracias a la PSOE, y cuando los llaman para detener al fascismo solo acude un puñado de señoras con el pelo de colores. Ahí ha visto Susana la dimensión real de su derrota.

Pero es natural que los beneficiarios del régimen protesten al ver que se van a quedar sin subvenciones. A los chotos les pasa igual durante el destete, un periodo de mucho estrés en el que tienen que aprender a valerse por sí mismos. El caso andaluz es más grave porque el periodo de lactancia se ha prolongado por casi cuarenta años y muchos ya han cristalizado amorrados a la teta de la Junta. Separarlos ahora va a provocar más de una lesión mandibular.

Y eso que el PP no es partidario de destetar al adversario político cuando llega al poder, sino más bien todo lo contrario. Tengo escrito que el PSOE los enchufa y el PP los asciende, porque lo he visto muy de cerca en más de una ocasión. Pero es que lo de la Junta de Andalucía es tan apabullante, que hasta Moreno Bonilla va a tener que desamorrar a unos cuantos miles de enchufados a la ubre autonómica, con todo el dolor de su corazón de caramelo.

En esta operación van a tener mucho que decir Ciudadanos, pero también VOX, para irritación de Albert Rivera y de su jefe, Manuel Valls. Bien está la tarea parlamentaria de cambiar leyes para mejorarlas, pero la manera más eficaz de cambiar las cosas en una sociedad corrompida por los subsidios y el clientelismo político es cerrar el grifo de la subvención. El proceso del destete tiene que empezar ya.

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