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Pablo Molina

La ETA en el Congreso de los hipócritas

Pocos espectáculos tan patéticos nos ha brindado el parlamentarismo español en los últimos tiempos, y ha habido unos cuantos, como los esfuerzos de la flamante mesa del Congreso de los Diputados para evitar que Amaiur tenga grupo parlamentario propio.

Pocos espectáculos tan patéticos nos ha brindado el parlamentarismo español en los últimos tiempos, y ha habido unos cuantos de gran calado, como los esfuerzos de la flamante mesa del Congreso de los Diputados para evitar que Amaiur tenga grupo parlamentario propio.

Por supuesto que los proetarras tienen derecho a formar un grupo, a poco que utilicen las clásicas añagazas parlamentarias para sortear las trabas del reglamento, como ha ocurrido tradicionalmente con formaciones políticas igual de minoritarias. Si se les permite presentarse a las elecciones generales sin ni siquiera examinar judicialmente el cumplimiento de la legalidad vigente en materia de terrorismo, ahora no cabe utilizar los vericuetos reglamentarios para evitar que consumen su objetivo de tener presencia parlamentaria en régimen de igualdad con el resto de partidos, por cierto, algunos de ellos tan escasamente constitucionales como Amaiur.

Los proetarras van a estar presentes en la sede de la soberanía nacional en igualdad de condiciones con el resto de los representantes populares, algo que hay que agradecerle al partido socialista, cuya capacidad para avergonzar a todos los españoles no parece tener límite. Todos los diputados del PSOE merecen sobradamente escuchar a los diputados de Amaiur en el hemiciclo relatar los compromisos a los que llegaron con su jefe y exigir el pago de las contrapartidas oportunas, la primera de las cuales es precisamente su presencia en las Cortes.

Si han decidido que la coartada legal de una banda terrorista, que ni se ha disuelto ni parece tener el menor deseo de hacerlo, se presente a las elecciones como un partido más, ahora que aguanten la afrenta diaria de escuchar a sus miembros desde la tribuna relatando el alocado memorial de agravios cuya urgente reparación Zapatero les prometió a través del gran Eguiguren. Sólo faltaba que después de abochornar a toda la España decente, los culpables de esa canallada eludieran la parte de la afrenta que por derecho les corresponde.

Mi deseo es que los proetarras vascos tengan grupo propio y que, además, participen en cuantas más comisiones mejor, para que el trinque presupuestario sea abundante. ¿No es lo que le ofrecieron a la ETA como timbre de paz? Pues ahora a disfrutar desde las primeras filas del hemiciclo con las diatribas diarias de estos pacifistas. Feliz legislatura, hipócritas.

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