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Pablo Molina

Las autonomías 'jabalíes'

Si hubieran sido intervenidas, como la lógica aconseja y el estado comatoso de sus finanzas exige, no tendrían otra salida que el pataleo jeremíaco de cara a sus votantes para salvar la escasa honra que su desempeño político les hubiera permitido.

Los diputados jabalíes, apelativo que debemos a Ortega, eran unos parlamentarios que durante la II República se caracterizaron por la fiereza con que se manifestaban en contra de cualquier decisión del Gobierno, con independencia de su color político. Procedían mayoritariamente de la izquierda radical y de las filas nacionalistas de la Esquerra, y en aquellos años exaltados constituyeron una fuente de preocupación constante para los políticos moderados que pensaban que la República no era eso, no era eso.

La condición política del jabalí ha pasado en la actualidad a las autonomías, algunas de las cuales, también como entonces de izquierda radical y nacionalista, hacen gala de la misma contumacia en el rechazo de las decisiones del Gobierno que resultan incompatibles con su tendencia irreductible a la demagogia. Andalucía, Cataluña y Canarias expresamente, y el resto de comunidades de manera velada, no están de acuerdo con la política de recortes adoptada por el Gobierno a pesar de su enervante moderación a ojos de los ciudadanos que hemos de financiar a tanto rebelde. En consecuencia, han decidido seguir gastando como hasta ahora, confiando en que los hispabonos tuneados de Montoro les permitan llegar a Navidad sin demasiados sobresaltos.

Las autonomías jabalíes están en la ruina, necesitadas de que el mismo Gobierno cuyas decisiones vituperan actúe como avalista para seguir engordando su déficit, pero se niegan a someterse a una modesta disciplina en el cumplimiento de los objetivos presupuestarios que España necesita para sobrevivir. Actúan así porque el Gobierno se lo permite, claro. Si hubieran sido intervenidas, como la lógica aconseja y el estado comatoso de sus finanzas exige, no tendrían otra salida que el pataleo jeremíaco de cara a sus votantes para salvar la escasa honra que su desempeño político en estos años les hubiera permitido.

Tienen la suerte de que en el Gobierno no hay la menor intención de actuar con la severidad con que lo ha hecho hacia los contribuyentes, con los que se muestra implacable. Al final todos son parte de la Casta y como tal se comportan. El resultado es el de siempre con este Estado Autonómico: los contribuyentes a pagar cada vez más y los jabalíes a seguir retozando en su charca. Tan ricamente.

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