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Pablo Molina

Obama tiene la culpa del 'Sandy'

¡Mira que si un progre a la violeta como Obama perdiera las elecciones por traicionar su promesa de cambiar los ciclos del planeta!

Una vez superado el susto del paso del huracán Sandy por la Costa Este de Estados Unidos, los medios de comunicación norteamericanos de marcado carácter progresista –todos, en mayor o menor medida– han vuelto al consenso de siempre para determinar, fuera de toda duda, que estos fenómenos atmosféricos de extrema virulencia son consecuencia ineluctable del cambio climático, producido a su vez por la acción del hombre y el sistema capitalista depredador en la Madre Tierra. El cambio climático, que estaba fuera de la agenda política desde que comenzó la crisis, ha adquirido a causa del Sandy la preeminencia que nunca debió haber perdido por cuestiones mundanas como la terrible crisis económica que azota a millones de familias en todo el mundo.

No importa que estos fenómenos extremos se vengan produciendo episódicamente desde hace miles de años, como demuestra la paleoclimatología, ni que abundaran precisamente en etapas glaciares, cuando la Tierra estaba más fría y la únicas emisiones adicionales de CO2 a la atmósfera provenían de los procesos digestivos de los seres vivientes. Constatado que el planeta no deja de enfriarse, al contrario de lo que predecían los calentólogos hace una década, la calentología, pseudociencia mutante por antonomasia, ha decidido que los huracanes, las lluvias torrenciales y muy probablemente también los terremotos son consecuencia directa del cambio climático.

Esta tesis, avalada por los medios de masas, deja en muy mal lugar a los políticos, pero en especial a Obama, que se presentó a las elecciones de 2008 con la promesa de luchar contra el calentamiento global y el ascenso del nivel de los océanos (sic); pero tras cuatro años de mandato no ha hecho nada para aplacar la ira de Gaia, como hemos podido ver desgraciadamente esta semana.

Obama, político al fin y al cabo, defendió aguerridamente durante su mandato en el Senado norteamericano a la industria del carbón, principal objetivo a batir por los ecologistas, que en el estado de Illinois tiene una importancia primordial por sus grandes reservas carboníferas y la utilización del propio carbón para la producción de electricidad. Tras ganar las primarias a la Sra. Clinton, la histeria colectiva desatada por el cínico Al Gore y los botarates del panel climático de la ONU estaba en todo su apogeo, así que Barack Hussein decidió que su principal responsabilidad si llegaba a la Casa Blanca sería evitar el apocalipsis climático predicho por los trileros de la calentología, timo a través del cual se ha enriquecido la mayoría de ellos a costa de obligar a los menesterosos a pagar una suerte de diezmo demencial por el uso de la energía de siempre.

¿Qué ha hecho Obama en estos cuatro años para detener el apocalipsis algoreano? Nada. La prueba de su inacción es que en los debates electorales con Romney ni una sola vez sacó a relucir el asunto del cambio climático, señal del lugar que esta estafa de unos cuantos vividores ocupa en la agenda del actual presidente y la importancia que el norteamericano medio le otorga en su listado de preocupaciones cotidianas.

Si quieren ser consecuentes con lo que han venido predicando en los últimos años, los ecologistas y los millonarios que los financian deberían declarar a Obama culpable, al menos por omisión, del desastre ocasionado por el huracán Sandy. ¡Mira que si un progre a la violeta como Obama perdiera las elecciones por traicionar su promesa de cambiar los ciclos del planeta! Ahí es nada, la Pachamama ayudado a los republicanos. Otro mito que se iría al carajo. Y ya van unos cuantos.

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