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Pablo Molina

Solo falta sacrificar a un negacionista

Ojo con el entusiasmo, que los españoles somos muy calientes y el aquelarre climático se nos puede ir de las manos.

Ojo con el entusiasmo, que los españoles somos muy calientes y el aquelarre climático se nos puede ir de las manos.
EFE

La niña Greta llegó a las costas portuguesas tras singular travesía por el Océano Atlántico a bordo de una embarcación de lujo para no contaminar. Debe de ser que la fibra de vidrio y los polímeros de última generación con que se construyen los modernos catamaranes brotan de arbolitos en granjas ecofriendlies y no son fruto de procesos industriales especialmente intensivos, como pensábamos antes de que estos perroflautas escandinavos se echaran a la mar. Que no se entere la nena, no sea que empeore de lo suyo.

La llegada de este referente en la lucha contra el cambio climático fue transmitida en directo por todas las televisiones, como corresponde a un hecho de esta naturaleza. No todos los días llega a la Península Ibérica un líder mundial a indicarnos cómo debemos vivir durante los próximos años para evitar la extinción de la Humanidad.

Los thunbergianos vienen a profetizar el calentamiento pernicioso del planeta, que convertirá el sur de Europa en un desierto por la falta de lluvias, y lo hacen en mitad de una ola de frío en el interior y la segunda gota fría del otoño en el sureste. Todo en orden. El viaje apostólico de estos zumbados no ha sido tan ridículo como las giras iniciales de Al Gore, que llegó a impartir una charla en Nueva York sobre los peligros del calentamiento global mientras a las ardillas de Central Park se les congelaban las castañas a 15º bajo cero, pero también es cierto que estos no han hecho más que empezar. Démosles tiempo.

La euforia se ha desatado definitivamente con la visita de Greta y sus papás. Y su hermana, claro, Beata Thunberg, que va para papisa de la ideología de género y en unos años pondrá a todas las feministas a caminar como ella, en injusto homenaje al gran Chiquito de la Calzada. Ya han llegado y en un par de días estarán en Madrid, desatando la histeria colectiva sobre una amenaza que, de momento, solo responde a ciertas conclusiones interesadas obtenidas a través de unas simulaciones realizadas por ordenador.

Pero ojo con el entusiasmo, que los españoles somos muy calientes y el aquelarre climático se nos puede ir de las manos. La convulsión emocional puede desatar el pánico ante el hecho de que la Tierra aumente su temperatura dos grados en el 2100 y lo mismo la cumbre calentóloga acaba con la retransmisión del sacrificio ritual de un negacionista, con Gretita arrancando su sucio corazón mientras grita a las cámaras: "How dare you, madafakas!".

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