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Pablo Molina

Una huelga cariñosa

Si ahora secundan una protesta es sencillamente para no quedar como Rufete, aunque visto con perspectiva, el legado sindical de estas dos legislaturas hará vanos los esfuerzos del lorquino por convertirse en el personaje más grotesco de nuestra paisanada.

Respondiendo a una pregunta que nadie les ha formulado por innecesaria, los sindicatos de clase (alta) afirman que la protesta funcionarial de hoy no es la primera entrega de una huelga general, no sea que se enfaden los compañeros del partido como el traidor de Barreda y cierren el grifo de las subvenciones, que la vida está muy achuchada y hay trescientos mil liberados que mantener.

Por si quedaba alguna duda de que el principal objetivo de estos sindicatos no es la defensa de los intereses de los trabajadores, sino contribuir a la revolución socialista de la lucha de clases apoyando a un gobierno de izquierdas, hemos podido ver en este periódico a algunos manifestantes con cartelitos de imprenta precisando que no votarán a Rajoy. Es decir, si hay que ir a una huelga en la que participan sindicatos profesionales para no quedar aislados se va, pero dejando claro que no quieren un cambio de gobernantes porque los actuales, al parecer, lo están haciendo muy bien. Y si son una calamidad pública, al menos son "de los nuestros", aunque a estas alturas del desastre ya no esté muy claro dónde está situado cada cual.

Servidor no ha hecho jamás una huelga, a pesar de llevar cotizando desde los dieciséis años, pero los sindicatos de clase (alta) sí, y en condiciones económicas infinitamente más favorables que las actuales. Si ahora secundan una protesta sectorial es sencillamente para no quedar como Rufete en Lorca, aunque visto con perspectiva, el legado sindical de estas dos legislaturas hará vanos los esfuerzos del ilustre lorquino por convertirse en el personaje más grotesco de nuestra paisanada.

En Logroño, un comando de liberados ha apaleado a los representantes de un sindicato independiente por pitarle al alcalde, socialista y "compañero" de la UGT, y encima querer colocar una pancarta en la cabecera de la manifestación. Eso les pasa por elegir mal las compañías, pero la triste anécdota sirve para que todos conozcamos cuál es el fin primordial de los sindicatos de izquierdas. Que se hunda el mundo, si es necesario, pero que gobierne el PSOE aunque sea con Zapatero. Así pues, quién se deje engañar a estas alturas de la función es porque ha perdido el contacto con la realidad o es un liberado sindical. Valga la redundancia.

En Libre Mercado

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