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Pablo Planas

Bulos y cajas de pino

Pero qué listos que son y qué suerte tienen tipos como Antonio Maestre y Rubén Sánchez, auténticos referentes de la izquierda.

Pero qué listos que son y qué suerte tienen tipos como Antonio Maestre y Rubén Sánchez, auténticos referentes de la izquierda.
El activista ultra Antonio Maestre | Imagen de vídeo

Pero qué listos que son y qué suerte tienen tipos como Antonio Maestre y Rubén Sánchez, periodistas tuiteros expertos en todo a cien, magníficos epidemiólogos y reputados coronavirólogos. No dejan de darnos lecciones a diario con sus mensajes directos, francos y contundentes. El primero es el autor de una de las sentencias que quedarán registradas en la memoria sobre la pandemia: "Es más probable morir atropellado porque la mascarilla para protegerte del coronavirus se mueva y te tape los ojos que por el propio virus". Un visionario. El segundo profirió la siguiente recomendación: "No alimentemos los mensajes alarmistas sobre el coronavirus. Una enfermedad respiratoria parecida a la gripe que algunos irresponsables están presentado como si se tratara del ébola". Inapelable.

Estos dos señoritos, titanes de la información de servicio público, forzudos de la ciencia y estajanovistas de los 'me gusta', son auténticos referentes de esta izquierda tan cuqui que nos gobierna, esta izquierda de guantes morados el 8-M, de mascarillas que no sirven para nada pero de las que ellos no se privan, una izquierda tan previsora que predijo que en España sólo habría unos pocos casos aislados, la izquierda fetén que es el pasmo del mundo mundial con sus adquisiciones de tests, respiradores y mascarillas (659 millones de tapabocas dijo el gran Pedro Sánchez que había comprado, y "para que se hagan una idea España tiene una población de 47 millones de personas", apostilló ese lumbreras).

Esa izquierda, nuestra izquierda, propende a llamar "terraplanistas" a quienes le llevan la contraria, mientras uno de sus más preclaros portavoces, Pablo Echenique, ha llegado a decir que "el 8-M no ha tenido ninguna repercusión" en la pandemia (apoyado en el supuesto análisis de un periodista que no existe, el famoso Lacambra), que "en las portadas y en las tertulias el coronavirus corre desbocado y es una peligrosísima pandemia que causa pavor; en el mundo real, el coronavirus está absolutamente controlado en España" y que "frente al pseudoperiodismo de los reporteros con mascarilla, frente al clickbait del 'vamos a morir todos', frente a la extrema derecha pidiendo cierre de fronteras por una gripe menos agresiva que la de todos los años, el rigor y la profesionalidad de Lorenzo Milá", quien dijera desde Italia y para TVE que el coronavirus era un catarro de chichinabo.

Y así todo el rato hasta que tuvieron que cambiar de discurso, y entonces la culpa era del PP y de sus recortes en sanidad, cuando la sanidad está transferida a las comunidades autónomas y la que más ha recortado en la última década ha sido la de Andalucía mientras la dirigía ese otro portento de la comunicación política que es María Jesús Montero, quien tijera en mano se cepilló a casi ocho mil profesionales del ramo entre médicos, enfermeras y personal auxiliar. A mayor abundamiento, y según una nota del diario El Independiente, entre 2008 y 2017 la Junta de Andalucía redujo un seis por ciento su presupuesto en la materia, de 10.300 millones a 9.600. Ese PSOE, a la cabeza de los recortes sanitarios mientras trincaba con los ERE. Qué arte.

Por no hablar de las cifras y las imágenes de esta tragedia, absolutamente manipuladas por esos genios y sus medios afines o untados, que cada vez están más nerviosos ante la que se les viene encima. De ahí que ahora amenacen con perseguir en los tribunales a quienes propaguen bulos, ellos, que son la mayor fábrica de mentiras de España, que han hecho de los infundios, patrañas y maledicencias sus únicos argumentos; ellos, que pretenden convertir esta tragedia en la gran fiesta de la repostería casera. Que se agota la levadura, dicen. Y las cajas de pino.

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