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Pablo Planas

Carmen Calvo: rota y desquiciada

Con Calvo y representantes de su escuela como María Jesús Montero es imposible llegar a ningún acuerdo, por muy en riesgo que estén la economía y la salud de los españoles.

Con Calvo y representantes de su escuela como María Jesús Montero es imposible llegar a ningún acuerdo, por muy en riesgo que estén la economía y la salud de los españoles.

Pregunta en el Congreso del portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, a la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo:

¿Piensa el Gobierno hacer algo por restituir la credibilidad de las instituciones del Estado?

Respuesta:

No hay que restituir lo que no ha existido.

El episodio es viral, igual que los aplausos de la bancada socialista. No tiene desperdicio. El gesto, la entonación y la soberbia con la que Carmen Calvo responde a la pregunta, esa especie de arrogancia, la altanería y el desprecio por el adversario político, la infinita suficiencia que la precipita, otra vez, por el despeñadero del ridículo más aparatoso. Y el batir de palmas de sus compañeros, que prefieren hacer como si no hubiera pasado nada antes que corregir a la vicepresidenta y arriesgar la poltrona.

La explicación más obvia es que Calvo quiso decir que las instituciones del Estado no habían perdido ninguna credibilidad, pero ella optó por despacharse con el menor número de palabras posible, como si Espinosa de los Monteros no mereciera siquiera el más leve esfuerzo retórico. Ya había hecho Calvo un gasto de energía a su juicio digno de mejor causa al mantener con la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, un duelo dialéctico del que salió rota y desquiciada.

"No hay que restituir lo que no ha existido"... Y se sentó la buena señora mecida por los aplausos de sus colegas y en la creencia de que había sido tan escueta como brillante, que le había dado al interviniente su merecido. Pobre, qué mal lleva la esgrima parlamentaria. Qué mal lleva en realidad hablar en público. Calvo es la misma Calvo del cocinera antes que "fraila", la de que el dinero público no es de nadie, la que suspiraba por que la Unesco pudiera legislar para todos los planetas. Y es la número dos del Gobierno, no una cheerleader de Jorge Javier. ¿De verdad no había en el PSOE nadie más capacitado?

El nivel de Calvo es tan ínfimo que no es el Gobierno quien tiene un problema con ella, sino el país entero. ¿Cómo no va a ser Pablo Iglesias el puñetero amo si su principal escollo en el Consejo de Ministros es doña Carmen Nomentero Calvo? Lo llevan claro los poderes económicos que pretenden que la parte socialista del Gobierno pacte con el PP para reducir el peso de los neocomunistas. Con Calvo y representantes de su escuela como María Jesús Montero es imposible llegar a ningún acuerdo, por muy en riesgo que estén la economía y la salud de los españoles.

Disfruten de lo patrocinado, señores, disfruten de los discursos huecos de Iglesias desde la bancada azul, de la chulería con la que el jefe de Podemos cita una entrevista de El País a Kristalina Georgieva en la que la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI) animaba a los Gobiernos a gastar para hacer frente a la crisis. Un genio de la economía este Iglesias, sí. De lo que no ha hablado en el Congreso es de la última previsión del FMI, la caída del 12,8% del PIB en España. ¿Algo que añadir, doña Nadia Calviño? Que se lo pregunten a Calvo en la próxima sesión de control.

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