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Pablo Planas

Cataluña, los Balcanes y el Gobierno trabaja

En Cataluña, Sánchez, hombre menor, ha dado su verdadera y minúscula talla.

En Cataluña, Sánchez, hombre menor, ha dado su verdadera y minúscula talla.
Cordon Press

Dice la propaganda monclovita que "el Gobierno de España trabaja para garantizar la seguridad y la convivencia". Ciertamente, la seguridad de los separatistas y la convivencia entre ellos. De ahí que mande pocos policías con pocos medios a contener a manadas de salvajes alentados por las organizaciones y partidos independentistas, comprendidos y amparados por la cámara de comercio, el Barça, el club del automóvil, un amplio sector del Liceo, los medios del grande de España Godó, la TV3, los digitales del odio, los bomberos pirómanos y el colegio de médicos, entre muchos otros.

Trabaja el Gobierno de España, sí, válganos Dios lo que trabaja, menudos estajanovistas, tanto trabajan que se les ha traspapelado la orden de que la Guardia Civil garantice la libre circulación en las carreteras catalanas, tomadas ahora por hordas de separatistas que cortan las comunicaciones a placer al grito de que las calles serán siempre suyas y libertad para los "presos políticos", que son los golpistas presos. Y así es como la Guardia Civil se tiene que mirar por la tele el asedio a sus compañeros de la Policía Nacional porque ese otro grande de España, Grande-Marlaska, dice que lo de Cataluña es un problema de orden público. Sí, claro, igual que lo de los carteristas del metro en la Sagrada Familia o los navajeros de la Villa Olímpica.

Curra y curra el Gobierno de ese titán del pencar que es Pedro Sánchez para que se cumplan las sentencias, de modo que los condenados por aquel sueño totalitario (qué gran decepción, señor Marchena) están a punto de salir a la calle por la misma vía y al mismo tiempo que si en un rapto de justicia y dignidad se les hubiera condenado por rebelión. Ah, que en Europa habrían tumbado la sentencia. Ya, claro, que nos miraría mal el tribunal de Schleswig-Holstein que dejó libre a Puigdemont o los juzgados belgas que han negado por sistema las extradiciones de los asesinos etarras. Europa, la gran Europa y nuestros complejos de españoles bajitos y renegridos, los únicos europeos a los que les importa Estrasburgo y hacen caso a Bruselas.

Cataluña se va y se va de la mano de personajes como Gonzalo Boye y Carles Sastre, abogado de Puigdemont el primero, líder sindical el segundo, dos tipos que han participado en actividades terroristas, secuestros Boye, asesinatos Sastre, y ahora son ejemplos de ciudadanía y referentes de compromiso cívico. Se va Cataluña con Quim Quins Collons Torra, el capitán qué cojones que se niega a condenar la violencia y lo mismo te llama a Sánchez que le llama una célula de los Comités de Defensa de la República (CDR) para pedirle su apoyo. Qué país, Miquelarena. Termina Turandot en el Liceo y media platea se pone en pie para corear el siniestro "Llibertat presos polítics". Deben de ser los del CDR del templo de la burguesía, mientras sus hijos devastan el centro y saquean las tiendas de electrónica, que nunca está de más otra pantalla para la casa del Ampurdán.

Y Sánchez venga a trabajar, Mystère para ir, Super Puma para la vuelta, en la fase final de la batalla final de trasladar los despojos de Franco, tremenda hazaña, heroica refriega y obra culminante del sepulturero de España, un tipo del que Torra, sí, sí, el mismo Torra que ya está amortizado, se ríe en toda la cara. Otro hombre menor, Sánchez, que en Cataluña ha dado su verdadera y minúscula talla. La consecuencia es que al menos la mitad de la población en la región está a merced de los separatistas, que campan a sus anchas en un escenario que cada vez se parece más a los Balcanes. Mientras, el Gobierno trabaja... Que alguien haga algo, por favor.

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