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Pablo Planas

El catalanismo se la chupa

Las excelencias del sistema educativo segregado por los nacionalistas descansan en la exclusión del español.

Las excelencias del sistema educativo segregado por los nacionalistas descansan en la exclusión del español.

La consejera de Enseñanza de la Generalidad catalana, Meritxell Ruiz, sostiene que no existe el derecho a decidir la lengua vehicular en la que los padres quieren que sean adoctrinados sus hijos. Ruiz, que pasó de Unió a CDC, no se pierde ni una concentración a favor de Mas, los quemafotos o Forcadell, ni un acto solemne relativo a la futura república catalana, ni una manifestación separata, amparado todo ello en el legendario, mítico, absoluto y consagrado derecho a decidir del pueblo catalán, la autodeterminación, las urnas, la democracia, la libertad y toda la mandanga.

Entrevistada por el diario Ara (Ahora), Meritxell Ruiz afirmó que tal derecho universal a decidir en la cívica, pacífica y festiva Cataluña sólo tiene una excepción que confirma la regla: la práctica exclusión del español en la escuela es obligatoria, o como diría Puigdemont, "indefectible". Muchos centros educativos catalanes lucen en sus fachadas la leyenda "Per un pais de tots, l'escola en català". Otra excepción. En una región en la que la que no pocos ciudadanos se expresan en español (muchos, por no ofender los delicados tímpanos de personas como Meritxell Ruiz, dicen "castellano"), los colegios vetan ese idioma porque si el catalán es la lengua propia, cualquier otra es impropia, salvo para dar órdenes a la mucama.

Sería injusto, no obstante, ignorar el hecho de que el español es una lengua a la que las autoridades docentes catalanas otorgan el mismo trato que al árabe o el urdu a la hora de catalanizar y catequizar a los hijos de los inmigrantes de Pakistán, Ecuador, Marruecos o Logroño, ciudad que para los nacionalistas es una simpática capital de provincia de un país vecino.

Además, si una familia qatarí, alemana o de Móstoles dispone de una cierta renta, siempre le cabe la posibilidad de mandar a sus hijos a un colegio privado, en el que no sólo aprenderán su lengua materna, sino inglés, francés y catalán, por supuesto. De hecho, las buenas familias de Barcelona (de políticos nacionalistas incluidos) es lo que hacen, porque ni de coña van a mandar a sus vástagos a centros concertados o públicos donde el castellano es una asignatura de dos horas a la semana impartida por un profesor que se olvidó de hablarlo y el de inglés enseña el idioma de Shakespeare sin haber salido de Vich.

En la entrevista, la consejera asegura también que "el debate educativo de Madrid es muy anticuado". Y añade: "Es como si allí pensaran en términos del siglo XIX y nosotros estamos en el XXI". Magnífica síntesis del catalanismo, una ideología cuya sustancia determinante es similar al impulso que mueve a millones de adolescentes a intentar toda clase de desdichadas e infructuosas contorsiones para alcanzarse el pene con la lengua.

La consejera Meritxell Ruiz abunda en las excelencias del sistema educativo catalán y promueve una discusión relativa a la escolarización obligatoria entre los dos y los 18 años cuyo lema es "Ahora es mañana". Anuncia Ruiz:

Esperamos ser un Estado y por eso hacemos ese debate; ahora bien, no nos importa compartirlo con países que serán vecinos. Lo que queremos es que progrese todo el mundo, sea de donde sea.

Gracias, gracias, gracias, consejera. Los charnegos no esperábamos menos de tan distinguida representante de la Generalidad.

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