Puede que los genios que diseñaron la campaña del PP en Castilla y León sobre el argumento de no pactar con Vox desconozcan a estas alturas que cayeron de morros en la trampa de la izquierda y sus marcos mentales. El truco es muy viejo, pero aún funciona. Consiste en agudizar los complejos de un PP ayuno de ideas y sustancia para que opere y piense como quiere el PSOE. Y si el PSOE demoniza a Vox, esa parte del PP se suma con entusiasmo a la cruzada contra dicho partido. Punto para la izquierda en otra batalla cultural.
De este modo, el PSOE puede gobernar tranquilamente con un partido como Unidas Podemos, que ha llegado hasta el extremo de reivindicar figuras como la del asesino de masas Stalin, o negociar con ERC y Bildu, mientras que los acuerdos del PP con Vox son poco más o menos un delito contra la Humanidad. Es cierto que el PSOE cuenta para esa estrategia con una poderosa trama de medios de comunicación, pero también que el engaño no puede ser más burdo.
Ha tenido que ser la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien haya dado un vuelco a la campaña con una frase que puede marcar el resultado final: "Prefiero pactar con el partido de Ortega Lara que con el partido de los que secuestraron a Ortega Lara". Un directo en el mentón de la izquierda que, de momento, ha revitalizado a las decaídas huestes populares en una región en teoría propicia a los postulados conservadores.
La izquierda se ha apresurado a destacar que la frase en cuestión pone en entredicho la retórica contra Vox del líder del PP, Pablo Casado. Pues sí, cierto, pero una vez hecha esa constatación, ¿tiene algo que decir esa misma izquierda de sus pactos con Otegi? Y es de eso de lo que se trata, de un asunto moral de largo recorrido. A partir de ese hilo queda en entredicho toda la acción política de Pedro Sánchez, del que se recuerda poco que dijo que no pactaría jamás ni con ERC ni con Bildu.
La lección de Díaz Ayuso a Casado y Teodoro García Egea es magistral, de un valor incalculable. Deberían tomar nota para próximas campañas y, como primera providencia, firmar la paz con la presidenta madrileña y no poner trabas a que dirija el PP de Madrid, como otros barones regionales presiden el partido en sus territorios. La lección dice también que si hubieran recurrido antes a Díaz Ayuso no estarían ahora lamentando haber adelantado las autonómicas en Castilla y León con el argumento falaz de que las elecciones no las ganan los candidatos regionales sino Casado y García Egea. Querían demostrar que lo de Madrid se podría repetir en Castilla y León sin Ayuso y pueden acabar pagando muy cara la vanidad.