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Pablo Planas

El futbolista Piqué

Lo raro es que no luzca un lazo amarillo en la camiseta, aunque a lo mejor se reserva la audacia para cuando juegue con la camiseta de España.

Lo raro es que no luzca un lazo amarillo en la camiseta, aunque a lo mejor se reserva la audacia para cuando juegue con la camiseta de España.
EFE

El defensa del Barcelona Gerard Piqué es un joven muy celebrado en media Cataluña por sus opiniones políticas. Forma junto a Guardiola y Xavi Hernández el tridente balompédico del separatismo. Lo raro es que no luzca un lazo amarillo en la camiseta, como hace el técnico del Manchester City, aunque a lo mejor se reserva la audacia para cuando juegue con la camiseta de España.

La última vez que habló Piqué sobre el proceso hasta lanzó un aviso al Gobierno, al Supremo y al Constitucional: "El resultado de las elecciones en Cataluña no está siendo respetado". Días antes de esas palabras, el jugador había menospreciado al Espanyol de Barcelona al referirse reiteradamente a ese club como "el Espanyol de Cornellá", y este domingo ya se dejó ir directamente en el intenso derbi barcelonés. Marcó el gol del empate y lo celebró de muy malas maneras ante la grada local. Se puso el índice en los labios y alzó a la vez el meñique. Mandaba callar y ponía los cuernos a la vez. El gesto tiene más contenido que una simple peineta, sin duda.

Por esas cosas de las reglas del fútbol, quitarse la camiseta para cantar un gol está castigado con tarjeta amarilla. En cambio, provocar a miles de personas con actitudes desafiantes está perfectamente permitido a pesar de que atenta contra todos los códigos de conducta deportivos y puede provocar graves altercados, avalanchas, invasiones de campo y toda clase de desgracias. En el fútbol turco, griego o argentino, son los hinchas energúmenos quienes incendian los partidos. Aquí, tan funesto papel lo ejercen algunos futbolistas ante un público bastante apacible en líneas generales.

No contento con eso y tras el partido, el futbolista echó más leña al fuego. Palabras textuales:

Son de Cornellá y lo dije el otro día. Con eso me refería a que cada vez están más desarraigados de Barcelona. Tienen un propietario chino y todos sus consejeros creo que son chinos. Y ahora no hace falta que se gasten dinero en poner publicidad en todos los periódicos de Cataluña para decir que son de China, de España, de Italia y de Tabarnia. Son de lo que son y funcionan así. Entonces, nada, cada vez están más desarraigados y es lo único que quise decir, y sé que dolió, pero, claro, ellos también, la afición... todo lo que dicen también duele mucho. Con el sarcasmo intenté devolvérsela y parece que ha funcionado porque se han gastado una pasta.

Lo que dice un sector ínfimo de la afición blanquiazul es el siguiente cántico: "Piqué, cabrón, Shakira tiene rabo y tu hijo es de Wakaso". Hay que lavarse las manos tras teclear semejante barbaridad, no muy distinta, por otra parte, de las que se profieren contra otros futbolistas en la totalidad de los estadios de España.

Piqué tiene motivos para sentirse ofendido ante la infecta copla. Eso está claro. También que hay un grupo sociológico que va al fútbol porque aún no ha descubierto el Twitter, aunque comparte las teorías políticas y de la vida de Rufián o el rapero Pablo Hasel. Dicho lo cual, el futbolista ha incurrido de una parrafada en más errores incluso que quienes ponen en duda su paternidad.

Referirse al club rival con el apellido "de Cornellá" porque el estadio perico está en dicha ciudad del extrarradio barcelonés es ofensivo para todos los habitantes del municipio, incluidos los culés, e indica una obscena muestra de clasismo cuando la frase viene de un chico de buena familia de la zona noble de Barcelona al que en TV3 apodan "el noi de la Bonanova".

El alcalde de Cornellá, el socialista Antonio Balmón, no ha protestado, pero debería. Claro que se metería en un campo minado. Criticar al jugador del Barça que obligó a que el partido contra Las Palmas en el Camp Nou del pasado 1 de octubre, cuando el referéndum, se jugara a puerta cerrada por la supuesta violencia policial le acarrearía la enemiga de los separatistas en bloque, con la tele del odio en formación de punta de lanza. Por otra parte, Balmón es del Barça, así que tampoco ha corrido a patrimonializar el hecho de que según Piqué la ciudad cuenta con un club de primera división. Otros alcaldes hubieran hecho ambas cosas, pero este, ni una ni otra. A sus ciudadanos que les den y a los pericos también.

Lo de China y los consejeros chinos resulta igual de despectivo con el aditamento de que, según el lumbreras de Piqué, que el propietario del club sea el empresario Chen Yansheng es una muestra de desarraigo de Barcelona. El regüeldo oscila entre el racismo, el supremacismo, la xenofobia y la estupidez. Habría que preguntarle si en su caso le arraiga más o menos estar casado con una mujer de Barranquilla, Colombia, en vez de con una pubilla de Tractoria. Nadie ha salido en defensa de los chinos, con lo que el propietario de las acciones del club ya ha experimentado lo que significa ser chino para Piqué y, además, españolista en Barcelona. "Son de lo que son y funcionan así" los chinos, dice el supremacista, que mienta hasta a Tabarnia como localización del club blanquiazul.

El comportamiento del jugador dentro y fuera del campo debiera acarrearle una sanción por parte de su club, de la Liga y de la Federación, pero no es previsible que los comités de disciplina, antiviolencia y demás zarandajas vayan a tomar cartas en el asunto. Pasará como siempre con las provocaciones y rajadas de Piqué. Nada. Cabría considerar especialmente si es de recibo que un tipo que va por ahí insultando a los chinos y a los cornellanenses, provocando a los aficionados pericos y que es un notorio mal ejemplo por sus conductas antideportivas, sea convocado por la Selección Española.

Es verdad que Piqué es un buen jugador. También lo es que sus compañeros en el Barça han votado hasta en tres ocasiones en contra de que forme parte del cuarteto de capitanes.

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