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Pablo Planas

El hombre que se cargó Cataluña

No hay nadie con más responsabilidad personal en la catástrofe política, social y económica de Cataluña que él.

No hay nadie con más responsabilidad personal en la catástrofe política, social y económica de Cataluña que él.
Artur Mas | EFE

Vuelve Artur Mas, pero al banquillo del Tribunal de Cuentas y acompañado por Francesc Homs, Joana Ortega e Irene Rigau, los otros tres procesados por el primer referéndum ilegal, el del 9 de noviembre de 2014. Mas les ha arruinado la vida pero se ve que no les importa. Comparecen los cuatro sin lazo amarillo. Mas, muy tieso, parece Isabel Pantoja en la secuencia de los dientes. Mentón al cielo, el expresidente de la Generalidad que activó el proceso para tapar la corrupción se cree la viva imagen de la dignidad institucional. Una fantasía derivada del exceso de amor propio y de lo que ha venido después.

Quitarse el lazo amarillo ha tenido que ser duro para Mas, pero es que el hombre se juega el patrimonio y la casa, igual que sus tres exsubordinados que tanto se felicitaron cuando el 9-N, otro pedazo de fiesta de la democracia separatista. Puigdemont no se habría quitado de la solapa la gran cruz del churro amarillo. De hecho es que Puigdemont no habría atendido la citación del Tribunal de Cuentas como no fue a la Audiencia Nacional. Torra, tampoco. Ahí estaba el hombre en el funeral de Montserrat Caballé, el representante ordinario del Estado en Cataluña, dando el cante con el lazo.

Mas y los demás están terriblemente preocupados ante la perspectiva de tener que afrontar con su bolsillo el coste de aquella juerga de referéndum que Mas rebajó a "consulta" primero y a "proceso participativo" después. Dice que le quieren arruinado, que todo esto es una venganza de Soraya Sáenz de Santamaría y de Sociedad Civil Catalana (SCC), acusación particular, y que los siete mil ordenadores que se compraron para las mesas del 9-N eran en realidad para los colegios, para los niños y los estudiantes. Anda que no, qué arte tiene Mas y qué casualidad la de los ordenadores para las escuelas que estrenaron los voluntarios de un referéndum ilegal.

A la salida, el sucesor político de Pujol se ha deshecho en elogios del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y se ha asegurado de que quedara muy claro que él remó a favor de la moción de censura. Un tipo vivo, este Mas. En cambio, Junqueras está en la cárcel y Puigdemont se ha tenido que fugar el pobre por hacer exactamente lo mismo que el hombre que esquía en Suiza, navega en Menorca y mendiga dinero para la causa de sus fianzas y sus defensas. No hay nadie con más responsabilidad personal en la catástrofe política, social y económica de Cataluña que él, porque Puigdemont no hizo sino ejecutar el plan previamente acordado cuando el mal ya estaba hecho.

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