España mata, tortura, roba, maltrata y agravia al pueblo de Cataluña por lo constitucional, lo criminal y lo financiero. Todo es culpa del Estado, sea un accidente de tráfico, el colapso sanitario, la pobreza energética, el desamparo de los refugiados, la quiebra de la Generalidad o la incompetencia de los consejeros autonómicos. Nada queda fuera de la primera ley del catalanismo, que reza que si algo ha salido mal, va mal o está mal, es por culpa de España en abstracto, del Estado en particular y de los españoles en general. Sin excepción.
La segunda regla del catalanismo bien entendido es que unos cuantos representan a todos y pueden hablar en nombre de Cataluña, del pueblo, de la tierra y de las piedras del territorio. Estos son los nacionalistas, que predican la república para beneficiar incluso a los "unionistas", charnegos mil leches irredentos y catalanes disidentes incombustibles, todos ellos alérgicos a la propaganda, al nacionalismo, a TV3 y al tres por ciento.
Con la república de Pujol, Mas, Junqueras y Puigdemont hasta ellos vivirían en un país mejor a pesar de su presencia y consecuente tufo hispano-carcamal. Eso sí, siempre que se atengan a unas reglas, tales como que el catalán sería el idioma oficial, único y "normal" y que el español estaría por detrás del francés, el inglés, el chino mandarín, el alemán, el ruso, el pastún y el italiano. O sea, proscrito.
Como es sabido, la Assemblea Nacional Catalana es el crisol de todos los separatismos, desde el liberal al antisistema, y acaba de emprender el calentamiento del 11-S con el lema de que España masacra a miles de pacientes de la sanidad catalana. Se basan, por decir algo, en una conversación entre Jorge Fernández Díaz y el exdirector general del "Antifrau", Daniel de Alfonso, en la que el misil extraviado (que ya ha tramitado su reingreso en la judicatura) se jacta de haber acabado con la sanidad catalana. "Les hemos destrozado el sistema sanitario", perora De Alfonso, y a eso se han agarrado en la ANC para llenar la plaza de Vich de cruces por los muertos causados por las cloacas del Estado en su ataque a la sanidad del estado propio.
Así pues, España no sólo roba sino que también mata. Sin embargo y a bote pronto, el escándalo de las prótesis caducadas implantadas a 2.800 pacientes en treinta hospitales catalanes afecta sólo y por entero a Convergencia, que ahora se hace llamar Partido Demócrata Catalán. Los jefes convergentes son los responsables de que a casi tres mil personas les pusieran basura pasada de fecha en las articulaciones. Lo único que se puede decir en contra del Estado, y no es poco, es que estaba ausente. La Generalidad y su sanidad es también responsable de los concursos de ambulancias a empresas incompetentes, expediente que salpica a los Pujol vía "friends".
¿Quieren saber más de la sanidad catalana? El actual consejero, Antoni Comín, exsocialista y ahora de la cuerda de ERC, ocultó durante once días una alerta médica de los médicos de su departamento relativa a un enterovirus que afectó a más de cien niños en Cataluña y que se cobró al menos tres víctimas mortales y media docena de criaturas con tetraplejia y daños neuronales graves e irreversibles. Comín justificó el retraso porque no quiso "convertir la alerta en alarma".
La ANC no explica nada de todo esto, ni TV3 y los medios subvencionados por la Generalidad en favor del proceso. Sigue la cantinela. España roba, España mata, España viola, tortura y asesina mientras el Gobierno de España permanece en silencio, como el que calla y otorga.