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Pablo Planas

Guerra civil separatista

Ya no cuela que la culpa sea de España, aunque los voceros nacionalistas no se apean del mantra. En estas manifestaciones contra los recortes ya no hay banderas estrelladas ni presos que valgan.

Ya no cuela que la culpa sea de España, aunque los voceros nacionalistas no se apean del mantra. En estas manifestaciones contra los recortes ya no hay banderas estrelladas ni presos que valgan.
EFE

El Gobierno, por llamarlo de alguna manera, de la Generalidad es incapaz de ejercer el más mínimo control en las áreas de su exclusiva competencia. Los médicos de atención primaria se han declarado en huelga durante una semana, los bomberos se pelean con los mozos de escuadra a las puertas del Parlament, los profesores universitarios y de secundaria también van a la huelga, estudiantes encapuchados bloquean el acceso a las universidades y cientos de miles de personas sufren en sus carnes el colapso sanitario y las excelencias ejecutivas de Quim Torra y los consejeros de Junts per Puigdemont, más los de Junqueras.

Son unos cracks, la más selecta representación de la peor y más torpe generación de políticos nacionalistas de la historia de Cataluña, unos auténticos ineptos a los que les ha caído encima su gigantesca incompetencia y el creciente malestar entre los cuerpos de élite de la república catalana, las batas blancas, los adoctrinadores, los bomberos que protegieron el 1-O y su policía de la Generalidad. Y se han dado cuenta ahora de que los Gobiernos nacionalistas llevan años abriendo embajadas y cerrando ambulatorios, además de mintiéndoles a la cara y utilizándolos a su antojo.

Ya no cuela que la culpa sea de España, aunque los voceros nacionalistas no se apean del mantra. En estas manifestaciones contra los recortes ya no hay banderas estrelladas ni presos que valgan. Los médicos se quejan de que tienen que atender a cuarenta pacientes por jornada, los profesores, los bomberos y los mossos protestan porque son pocos y les deben dinero. Y porque les han metido en el lío de la independencia, pero siguen siendo una autonomía gobernada por incapaces que se pasan el día tomando notas y recados en la Generalidad de la cárcel de Lledoners. El otoño caliente de Torra es un mayo del 37 en el separatismo. Los Mozos han detenido a uno de los bomberos, que son las fuerzas de interposición de los Comités de Defensa de la República. Máxima tensión. A las puertas del Parlament han recibido hasta los facultativos y un agente de la Policía regional le ha dicho a la diputada de la CUP Natàlia Sànchez: "Qué hostia tienes".

Mientras tanto, y a pocos metros de la Consejería de Economía, donde hace poco más de un año estuvieron a punto de linchar a una comitiva judicial, Aznar presentaba su último libro, El futuro es hoy, sin el más leve rastro de los CDR.

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