Muerte, dolor, ruina, paro, incertidumbre y odio. Entre los efectos secundarios del coronavirus destaca la inflamación biliar del separatismo catalán, la ingente capacidad de algunos activistas del independentismo para excretar maldad, mezquindad y miseria. Comenzó Clara Ponsatí, esa señora con pinta de abuelita con el lazo amarillo y su famoso regüeldo "De Madrid al cielo" y ha tomado el testigo un tal Bru Esteve, un chico que participa en un programa para adolescentes de la emisora pública Catalunya Ràdio, con un comentario deleznable a la noticia de que el Palacio de Hielo se había convertido en improvisada morgue. "De Madrid al hielo", depuso el muchacho.
Después de casi una década de Procés, el odio de algunos separatistas no tiene límites y se expresa de las más diversas maneras, entre ellas el humor. A base de humor en los medios públicos de la Generalidad, se ha logrado convertir a los dirigentes y votantes de los partidos no independentistas en las bestias taradas de las que escribía Quim Torra, y con ese mismo humor se ha tachado a Arrimadas de "puta", quintaesencia de la ironía independentista. Y no ha ocurrido nada. Quienes han liderado y protagonizado esa clase de ataques han sido premiados con más contratos, mejores sueldos y más tribunas desde las que lanzar sus mensajes de odio.
El coronavirus ha recrudecido los ataques. Consecuencia, tal vez, de la reclusión forzada de estos tipos, incapaces de sobrellevar el encierro sin vomitar rencor y rabia. La dedicación del Ejército a las tareas de lucha contra la pandemia ha servido para que esa clase de humorismo vuelva a dar muestras de un supremacismo financiado por las propias víctimas. Otra vez ha sido en un medio público, la emisora Catalunya Ràdio, donde se ha llevado a cabo el escarnio, una imitación de los militares que los presenta como unos estúpidos analfabetos. Eso sí, en español, idioma que sólo se utiliza para esta clase de menesteres, la lengua de las clases subalternas y los marginados, de policías, putas, delincuentes, taxistas, camareros y españoles en general, también llamados "ñordos" o "pañolos".
De Madrid al cielo y al hielo. Ja, ja. Son chistes de judíos en la Cataluña del lazo amarillo y la bandera estelada, bromitas sobre los militares y la cabra de la Legión, cachondeo y mensajes en Twitter del tipo "Soy español, de qué quieres te infecte" cuyo propósito es privar de la condición humana a quienes consideran enemigos que merecen la expulsión y el extermino. Se trata de marcar a la población no independentista, que encima paga el sueldo de las estrellas de la radio y la televisión que se ríen de ellos.