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Pablo Planas

Mas y la 'kale borroka' con corbata

¿Quién se lo iba a imaginar hace sólo un par de años? CiU y Batasuna en la misma onda.

¿Quién se lo iba a imaginar hace sólo un par de años? CiU y Batasuna en la misma onda.

El presidente de la Generalidad, Artur Mas, no tiene ninguna culpa de que la denominada izquierda abertzale haya asumido con gran entusiasmo y franca admiración la hojarruta del proceso separatista catalán. Toda la vaina retórica del "derecho a decidir" ha encajado a la perfección en el primitivismo radical batasuno. Es el relleno de las capuchas, la alternativa Mas en sustitución de la alternativa Kas, aquello de la gran Euskalherria y fuera txakurras. El líder nacionalista catalán es ahora un referente en las herriko tabernas más concurridas, un político apreciado en los círculos euskaldunes que ejerce gran influencia sobre el nacionalismo de pantalones ajustados y aretes en la oreja. En ese ambiente de txozna y txistorra, las mandangas del expolio fiscal y el "Queremos votar" son como una esferificación de Ferran Adrià, una cosa moderna, de diseño, catalana y que, oyes, acaba igual, en caña y agur España.

No, Mas no tiene culpa alguna de que los proetarras, los del Sinn Féin vascongado, unos de los mayores enemigos de la democracia de la historia mundial, defiendan lo mismo que él y con sus mismas palabras, su misma idea. No es culpa suya que quienes jamás han condenado un acto terrorista estén recogiendo las nueces del árbol que él agita. Sin embargo, es digno de consideración el hecho de que lo que en Cataluña se presenta como la quintaesencia de la democracia en estado puro se adapte con tal facilidad al disco duro abertzale, como más basto y de cortar troncos y cabezas. Puede que sea esa la razón por la que Mas siempre está con la cantinela de lo pacífica, cívica y festiva que está resultando la toma de las calles por parte de la Assemblea. A la par que aplastante.

A los nacionalistas catalanes les ofende mucho que se recuerde cuando acudían a los actos del PNV a tomar apuntes y glosaban con embeleso la virilidad implícita en los deportes rurales y los editoriales del Zutabe, el boletín terrorista. Ahora tampoco les gusta que se subraye su condición de machos alfa de las estampidas periféricas, de líderes de las manadas separatistas. No les hace ninguna gracia que trascienda el asesoramiento catalán a los cotarros batasunos, que los chavales de la kale borroka lleven camisetas con el "Dret a decidir" en la pechera y la estelada en la espalda, que la gran movida vasca vaya a ser una cadena humana y que el preso Otegi ponga como ejemplo a Mas. O sí que les hace gracia, pero en privado.

El presidente de la Generalidad, con la inestimable colaboración del republicano Oriol Junqueras, es el ideólogo de una nueva forma de kale borroka, la lucha revolucionaria con corbata, la insumisión ante las sentencias, el enfrentamiento con el Estado, el desprecio a la soberanía nacional, la insurgencia institucionalizada, alguien que por la mañana se retrata con el Rey y por la tarde parte peras, un referente en todos los frontones y sociedades gastronómicas del norte. ¿Quién se lo iba a imaginar hace sólo un par de años? Un líder de CiU dando lecciones de arrastrar piedras y comer chuletones. CiU y Batasuna en la misma onda. En Ajuria Enea no salen de su asombro.

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