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Pablo Planas

Oriol Junqueras, Paz Esteban y Rabat

Entre dar gusto a Oriol Junqueras o preservar la consistencia del Estado, Pedro Sánchez ha elegido lo primero.

Entre dar gusto a Oriol Junqueras o preservar la consistencia del Estado, Pedro Sánchez ha elegido lo primero.
Oriol Junqueras en Valencia tras impartir una conferencia | EFE

Entre dar gusto a Oriol Junqueras o preservar la consistencia del Estado, Pedro Sánchez ha elegido lo primero. La cabeza de la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, reposa ya en la sala de trofeos de Esquerra Republicana. La disyuntiva era simple. A un lado, un golpista indultado y personajes del calibre de Gabriel Rufián, Marta Rovira o Pere Aragonès. Al otro, la responsable de los servicios de inteligencia del Estado, cuarenta años de carrera sin mácula sobre la que Sánchez y sus adláteres están vertiendo toneladas de infundios e insinuaciones en una brutal campaña de desprestigio y aniquilamiento civil. La bajeza es inmensa.

El diputado de Ciudadanos Edmundo Bal ha tenido a bien citar a algunos de los servidores del Estado purgados por Pedro Sánchez. Ahí figuran entre otros los coroneles de la Guardia Civil Pérez de los Cobos y Sánchez Corbí, la que fuera presidenta del Tribunal de Cuentas, Margarita Mariscal de Gante, o el propio Bal, abogado del Estado destituido por defender que el golpe separatista no fue sedición sino rebelión. Todos los citados se cruzaron en el camino del separatismo y, como la directora del CNI, fueron fulminados. Sánchez es mucho más peligroso de lo que parece.

Es opinión generalizada que el presidente del Gobierno ha sacrificado a Paz Esteban en una ignominiosa maniobra pilotada por Félix Bolaños a fin de prolongar la legislatura, pero el Gobierno superó la última votación en el Congreso, la del decreto de medidas económicas, con el apoyo de Bildu y el PNV, con lo que el peso de ERC es sustantivo pero no definitivo. Hay más razones y una de ellas es que Pedro Sánchez es el ejecutor sin miramientos de una venganza separatista contra los poderes del Estado que hicieron descarrilar el golpe de octubre de 2017. Los destrozos en el Tribunal de Cuentas, la Fiscalía, la Abogacía del Estado, el CNI o la Guardia Civil son las huellas de una operación derribo cuya finalidad es facilitar por desistimiento los planes separatistas.

El episodio apunta también a la ministra de Defensa, Margarita Robles, cuya dignidad ha sido pisoteada por Sánchez y Bolaños, quienes esperan que la pieza caiga como fruta madura. Están desatados, como se ha podido apreciar en sus respuestas y en sus modales durante la última sesión del Congreso. Llamar "mangantes" y "desgracia para la democracia" a los diputados del PP no parece precisamente una invitación a pactar con el partido liderado ahora por Feijóo nuevos enjuagues como la voladura del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Por un momento pudo parecer que Sánchez evitaría descabezar el CNI antes de la celebración de la cumbre de la OTAN, para no mostrar más debilidad ante las exigencias de sus indultados. No es que los antecedentes insinuaran esa posibilidad, pero la destitución de Esteban es una operación tan despiadada como torpe y a la vez innecesaria. ERC nunca cumplirá sus amenazas porque prefiere un Gobierno de Sánchez y Podemos que una coalición entre PP y Vox, o Vox y el PP a este paso.

Sánchez ha pulverizado la reputación de los servicios de inteligencia de España, acto que en el juego de espías en el que ha convertido la política española se entiende todavía mejor si se introduce el factor del amigo alauita, la graciosa cesión del Sahara con nocturnidad y alevosía y la estampa de Pedro Antonio y el sultán con la bandera nacional boca abajo en la cena del fin del Ramadán.

Es el propio Sánchez quien arguye que la señora Esteban ha sido destituida por un grave fallo en las comunicaciones del Gobierno. En esa hipótesis todas las antenas se dirigen a Rabat. Y el material supuestamente sustraído del móvil del presidente incluiría toda la información contenida en un teléfono: fotografías, vídeos, documentos, conversaciones, contactos, etcétera, etcétera, lo que abre tramas todavía más sugerentes que las derivadas de las conexiones rusas de Puigdemont. La destitución de Paz Esteban es un aviso a navegantes. Continuará...

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