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Pablo Planas

¿Para qué sirve Sánchez?

El desparpajo con el que le resbala todo es alucinante, todo un espectáculo que nos dirige a la pregunta de que para qué sirve el presidente.

Tras regresar de vacaciones más moreno que el negro de whatsapp ese pedazo de presidente del Gobierno ha venido a declarar que los caciques de las diecisiete tribus podrán declarar el estado de alarma en sus reservas cuando y como les rote, con el aval de los dos partidos que sustentan al Gobierno y porque España es un Estado "cuasi federal". No hay en todo el solar hispánico un tipo más desahogado y satisfecho de sí mismo, más chulángano y baladrón. Pelotas de plomo le llaman, por su jeta, el Fraudillo, etcétera, etcétera.

Resulta que primero se advierte de que hay que homogeneizar el regreso a las aulas porque no puede ser que en cada Comunidad se haga lo que le salga del níspero al conselleiro de turno y luego se avisa de que no habrá un estado de alarma, sino diecisiete, a gusto de cada gobiernillo, porque para eso ostentan las competencias de sanidad y educación.

Pedro Sánchez es un fenómeno en el arte del trile y está meridiano que no piensa asumir ni un ápice de responsabilidad en el desastre que se avecina en los colegios e institutos en particular y con la epidemia en general. El Gobierno y las Autonomías han llegado tarde al comienzo del curso, han dejado para el final la principal asignatura de septiembre, como los malos estudiantes, y ahora se encuentran con que no hay tiempo material para contratar al personal que hace falta para desdoblar las clases y reducir el número de alumnos por aula. El caos va a ser colosal y lo único que está claro es que Sánchez no se quiere comer el marrón.

El presidente que nombró un mando único para afrontar el coronavirus en marzo se desentiende ahora de la pandemia y sus consecuencias porque es consciente de su asombrosa incompetencia y de la de quienes le rodean. De ahí que se ponga de perfil y atribuya a los presidentes autonómicos la responsabilidad de hacer frente a la que se nos viene encima. El desparpajo con el que le resbala todo es verdaderamente alucinante, todo un espectáculo que nos dirige a la pregunta de que para qué sirve el presidente del Gobierno.

Ni él ni su vicepandemias Iglesias tienen la más mínima noción de la vergüenza. De ahí que el primero luzca el bronce sin tapujos y el segundo se queje de que le acosan mientras en la Seguridad Social sólo se han aprobado seis mil solicitudes del Ingreso Mínimo Vital. Seis mil de un total de 750.000 peticiones. Seis mil frente a las 850.000 familias que se iban a beneficiar de la mayor conquista social de la historia de la democracia en España según dijo el líder de Unidas Pamemas. Pero de eso, ni palabra. Como de las cuentas del partido. Eso sí, han removido Roma con Santiago para desmentir que la primera dama de Galapagar tenga un Rolex. Vaya tela.

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