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Pablo Planas

Pinocho Puchimón

Pinocho Puchimón dice ahora que la independencia no es la única solución. Y les volverán a votar. Al presidente fregona será por primera vez.

Pinocho Puchimón dice ahora que la independencia no es la única solución. Y les volverán a votar. Al presidente fregona será por primera vez.
El expresidente regional Carles Puigdemont | EFE

La confusión es absoluta en Cataluña. Los abogados de los golpistas tratan de demostrar que jamás se proclamó república de ningún tipo, mientras el diputado y portavoz de ERC Sergi Sabrià sostiene todo lo contrario, esto es, que la promesa del partido de Junqueras y Forcadell para ganar las elecciones es "la independencia y dar forma a la república ya proclamada". Según Sabrià, lo que ha ocurrido hasta ahora es que "ni el país ni el Govern estaban preparados para dar forma sólida a la independencia", y a eso le añade que el Ejecutivo catalán no ha querido poner a la población en peligro ante la "violencia sin límites del Estado totalitario".

Así es que los diputados separatistas votaron en el Parlament por la república, Lluís Llach se paseó con una bandera de la ONU por la Cámara, Puigdemont proclamó la independencia en las escaleras, se montó una multitudinaria verbena republicana delante del edificio de la Generalidad y ahora resulta que en sede judicial todo eso no pasó. Pero ante la opinión pública ahí está la republiqueta, en stand by, fruto del "mandato democrático" del 1-O y del sacrificio de los votantes del referéndum, que con desprecio absoluto por sus vidas protegieron las urnas y los colegios ante hordas desatadas de guardias civiles y policías nacionales. Lo sustenta Sabrià i Benito, Sergi, jefe de ERC en Palafrugell, gran promesa del independentismo, quinta del 75, cosecha con carnet de 2007, exdirector del Instituto Catalán del Corcho y nunca hubo tapones mejor representados.

Sostuvo el aparato administrativo separatista que ese día votaron más de 2,3 millones de personas, el 99% a favor de la república catalana, y que miles de ellas fueron salvajemente aporreadas por los esbirros del Estado, que se registraron más de ochocientos heridos, que incluso hubo agresiones sexuales. Qué barbaridad. Pobre gente. Tantas y tantas víctimas traicionadas por la Generalidad, que les mandó a una votación infernal sin tener prevista una reacción a la altura de la república propagada, el mejor Estado del mundo. Tras el verbo inflamado de los Junqueras y Puigdemontes resulta que no había nada.

Traición y más traición. La misma Generalidad republicana que estuvo al mando de Cataluña entre el 1 y el 29 de octubre no mostró ni ha guardado las actas de las votaciones en los colegios, los documentos de presidentes y vocales de mesa en los que habían de constar los resultados. Han eliminado, si alguna vez lo hubo, cualquier rastro del mandato.

Pura ignominia. Ni siquiera han documentado los testimonios de las víctimas. El Ayuntamiento de Barcelona asegura que casi trescientas personas se personaron en los servicios sociales para contar su caso, pero se abstiene de dar publicidad a las desgarradoras experiencias de los afectados. Ni siquiera se plantea indemnizarlos. Han dejado tiradas a todas las víctimas, las que vieron y ven las cargas por TV3, las sexuales e incluso al concreto y real ciudadano que perdió un ojo por el impacto de una pelota.

Todo era mentira. Las empresas se van de Cataluña, ningún Estado, ni paria, ni el islámico, reconoce la república, que ya no es ni un espejismo. Amnistía Internacional niega la condición de presos políticos a los Jordis y los exconsejeros. El mundo mira les mira con recelo. Los medios extranjeros les tachan de gilipollas, egoístas, bobos y estúpidos sin remedio. Pinocho Puchimón dice ahora que la independencia no es la única solución. Y les volverán a votar. Al presidente fregona será por primera vez

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