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Pablo Planas

Rufián, el candidato de Sánchez en Madrid

El objetivo del PSOE, de Sánchez y de sus socios golpistas es sumir en la miseria a Madrid y a los madrileños.

El objetivo del PSOE, de Sánchez y de sus socios golpistas es sumir en la miseria a Madrid y a los madrileños.
Pedro Sánchez y Carmen Calvo, con su aliado Rufián. | EFE

Ángel Gabilondo es un mentiroso compulsivo, un embustero recalcitrante y un farsante contumaz. El individuo que el PSOE presenta como cabeza de cartel en las elecciones autonómicas de Madrid miente en todo momento y ocasión. Mintió cuando prometió que no pactaría con Iglesias y nada más trascender la ¿encuesta? de Tezanos que daba un hipotético triunfo a la suma de las izquierdas se apresuró a desautorizarse sin reparos ni sonrojo. También dijo que en Madrid había más posibilidades de morir de coronavirus que en cualquier otra comunidad de España y tuvo que salir Simón a explicar que eso era mentira. No deja de tener su mérito haber obligado al doctor Simón a decir una verdad, ciertamente. Y miente cuando dice que su partido no subirá ni un euro los impuestos en Madrid. Pedro Sánchez ya ha dejado claro que su partido, que es el mismo, planea un hachazo fiscal épico. 

Claro es que Gabilondo es poca cosa, un exfraile arrepentido al que sus alumnos del internado de los Corazonistas de Vitoria apodaban Cromañón por las pintas del sujeto, que eran lo de menos en comparación con las bofetadas que pegaba. Hoy en día estaría en la cárcel o suspendido de por vida para la docencia por uno solo de aquellos tortazos. El verdadero problema es que el presidente del Gobierno ha enfilado a Madrid, lo que representa Madrid en términos de libertad, tolerancia, bienestar, progreso, crecimiento y excelencia y no está dispuesto a que una comunidad gobernada por la derecha refute con éxito todas las políticas de la izquierda antes, durante y después de la pandemia.

De ahí que Sánchez haya asumido las tesis de tipos como Gabriel Rufián, un personaje que considera que Madrid es un paraíso fiscal porque a diferencia de lo que ocurre en la región catalana los impuestos autonómicos no son un auténtico robo. Y los separatistas no se pueden permitir que haya otras regiones en España que demuestren que no hace falta saquear a los contribuyentes, que las autonomías tienen instrumentos y competencias suficientes para llevar a cabo políticas fiscales propias sin tener que reclamar la independencia y que la estabilidad institucional y la seguridad jurídica contribuyen a atraer inversiones, crear riqueza y fomentar el empleo. 

Así es que Rufián bien podría ser el candidato socialista para Madrid y el objetivo del PSOE, de Sánchez y de sus socios golpistas es sumir en la miseria a Madrid y a los madrileños, desmantelar un sistema tributario que se atiene perfectamente a la legalidad, espantar a empresas y emprendedores, convertir una región que goza de cierta vitalidad en lo más parecido a la convulsa y decadente Cataluña. Y no van a reparar en medios y mentiras para lograrlo. No hay más que ver a Sánchez presentado dieciocho veces el mismo cuento del Plan Marshall, los ya míticos 140.000 millones europeos, el maná de nunca jamás. 

A Sánchez le da lo mismo ocho que ochenta. No tiene reparo alguno en mentir. Es su especialidad. Gabilondo a su lado es un aficionado. El presidente también es un chulo. No hay más que ver cómo se ha reído de la diputada de Puigdemont Miriam Nogueras en la sesión de control de este miércoles. La representante del prófugo ha reprochado a Sánchez que no haya nada real en sus anuncios y el presidente se ha referido al timo del carnet de la república catalana. "El ejemplo más paradigmático de política simbólica y sin utilidad real es el DNI catalán, que no sirve para hacer ningún trámite pero, eso sí, cuesta nueve euros", ha dicho el desahogado. Nogueras no ha podido replicar. 

Quién sabe si de haber dispuesto de turno le habría recordado al palomo monclovita que en la última campaña prometió que traería de vuelta a Puigdemont y que Puigdemont sigue en Waterloo con sus carnets y sus historias. Y que si le da la gana desencadena la repetición de las elecciones catalanas y se carga a sus socios, Rufián, Junqueras y el mandadero de Junqueras, ese niño con barba que se apellida Aragonès, con el acento al revés para disimular que su abuelo era alcalde de Franco y que su familia ocultó una fortuna en las Antillas Holandesas.

En resumen, ojo con Madrid y al tanto con Cataluña.

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