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Pablo Planas

Sánchez y Rivera son el futuro

Pedro Sánchez ha sofocado el motín interno y Rivera ha convertido un tropiezo en un paso adelante. Los dos ganan.

Horas después del 20-D, Pedro Sánchez estaba hundido y Albert Rivera, tocado. Pocos días más tarde, todo apuntaba a una repetición de las elecciones que reforzaría al PP con el voto prestado a Ciudadanos y a Podemos, que fagocitaría los restos del PSOE. A día de hoy, Mariano Rajoy es un sentimiento que tiene seres humanos y Pablo Iglesias se ha convertido en un ectoplasma poltronero.

Pedro Sánchez ha sofocado el motín interno y Rivera ha convertido un tropiezo en un paso adelante. Los dos ganan. Tres reuniones, un par de fotos y un acuerdo para suprimir los privilegios de la política y evitar un referéndum separatista en Cataluña pueden parecer humo, pero son mucho más que el tiempo libre de Rajoy y la vicepresidencia que se pedía Iglesias. Sentido de Estado y de la estética. Sánchez y Rivera y viceversa, gente educada, de los que dan la mano y se atavían con la propiedad de la ocasión.

El presidente del Gobierno en funciones ha hecho de la antipatía uno de los rasgos básicos de su mandato. El plasma no era por temor a las preguntas de los periodistas sino por el asco a los seres periodistas. Para él, periodistas son los manolos. Todos los demás, chusma de la peor calaña, arrastrados, miserables, moscas pegajosas, pedigüeños los más, rompepelotas cuatro gatos.

Iglesias es del tipo "tomamos un café y si te he visto no me acuerdo". Sus colegas de la facu iban a cambiar el mundo, pero se dedican a colocar a parientes y parejas, a catar el champán que será el calimocho del proletariado cuando triunfe la revuelta. Se les ve tanto el plumero que ya resultan cansinos. Dos segundos tardó en disfrazarse Pablo de pingüino para salir en los Goya.

Pase lo que pase, elecciones o no, Sánchez y Rivera ya van dos pasos por delante de mano lenta Rajoy y puño de mantequilla Iglesias. Si el marmolillo de la derecha y el asaltacapillas de la izquierda tuvieran más sentido común que orgullo habrían reaccionado antes. Ahora ya han quedado con la retambufa al descubierto. Lelos, otra cosa es posible.

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