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Pablo Planas

Simón, Garzón, tapabocas y condones

Estamos a dos minutos de que algún genio tipo Simón, Garzón o el mismo Sánchez nos diga que España ha sido el primer país del mundo en promover el uso de mascarillas.

Estamos a dos minutos de que algún genio tipo Simón, Garzón o el mismo Sánchez nos diga que España ha sido el primer país del mundo en promover el uso de mascarillas.
Pedro Sánchez, utilzando –mal– la mascarilla | EFE

El Gobierno tiene un problema con las mascarillas, tal vez un trauma. El caso es que ha pasado de considerar que los tapabocas no eran necesarios a ponderar la posibilidad de su uso obligatorio. En este mismo diario consta la colección de declaraciones, despropósitos y desatinos vertidos por el equipo de Gobierno desde el comienzo de la pandemia hasta nuestros días en relación con el siempre recomendable adminículo profiláctico.

De un tiempo a esta parte hasta Pablo Iglesias, machote alfa de la jauría podemita, ha sido visto con mascarilla, la misma mascarilla que pasaba de usar cuando su pareja, la compañera Irene Montero, sufría en silencio de coronavirus, prueba va, prueba viene. Se conoce que ha sido en la desescalada cuando el Vicepandemias ha adquirido conciencia de los beneficios de taparse las vías respiratorias. Entre tales ventajas, y no menor, la de ocultar la sonrisa.

A quien no se ha visto nunca con mascarilla es al médico Simón, que en una de sus últimas apariciones diarias aseguró que la mejor mascarilla es mantener una distancia de dos metros. El buen doctor es un clásico y al hilo de su teoría cabe inferir que ante las enfermedades de transmisión sexual sería más partidario de la abstinencia que de los preservativos, como sus colegas doctores, pero de la Iglesia.

Por razones ignotas, la izquierda le tiene manía a las mascarillas. Está el caso de aquel que dijo que había más riesgo de morir atropellado por llevar mascarilla que de contraer el coronavirus por no llevarla. Más los que ante el reparto de mascarillas de alta protección entre la población de Madrid alertaron de que eran sumamente peligrosas para el ciudadano corriente por la sensación de seguridad que podían provocar. ¡Qué grande Ferreras, el de la Secta!

El ministerio de Consumo, que dirige otro lumbreras, Alberto Garzón, llegó a emitir un comunicado en el que se desaconsejaba el uso de ese tipo de mascarillas porque "pueden dificultar la respiración" más que las higiénicas o quirúrgicas y "el personal no especializado puede tender a tocarlas y recolocarlas continuamente, con el consiguiente riesgo de contaminación".

Cualquier cosa, incluida la información basura, con tal de meterse con Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, Administración responsable de un reparto del que se tenía que haber hecho cargo hace mucho tiempo el Gobierno si en el Gobierno hubiera gente más preocupada por la salud de los ciudadanos que por la comunicación corporativa y el perfil bueno del bello Pedro.

Como de este Ejecutivo ya no cabe esperar cualquier cosa, sino lo peor, estamos a dos minutos de que algún genio tipo Simón, Garzón o el mismo Sánchez nos diga que España ha sido el primer país del mundo en proponer y promover el uso de mascarillas para combatir la pandemia.

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