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Pablo Planas

Yolanda Díaz e Iglesias, festival del humor

El espectro político de Podemos acaba de alumbrar dos momentos estelares en el apartado del humorismo.

El espectro político de Podemos acaba de alumbrar dos momentos estelares en el apartado del humorismo.
Yolanda Díaz y Pablo Iglesias, en una imagen de archivo. | EFE

El espectro político de Podemos acaba de alumbrar dos momentos estelares en el apartado del humorismo. En primer lugar, la intervención de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, tras aprobar una ley sobre los riders que no quieren ni las empresas ni los supuestos beneficiados. Pasará por fuerza a los anales de la ridiculez política, al top ten de la majadería, pero no por maja, precisamente. Ya se lo explicarán.

El caso es que, tras provocar el caos en el sector del reparto de comida a domicilio, Yolanda Díaz se ha largado un discurso en el que ni más ni menos que dice que el mundo mira a España con envidia y que Joe Biden nos observa con gran atención. La ley que obliga a las empresas a contratar a los repartidores contra la voluntad de las empresas y de los repartidores es según esta señora "una norma principal que va a cambiar el signo de los tiempos". Y añade:

También en esta materia observarán cómo el presidente Biden está diciendo que quiere legislar en el sentido que hoy lo hace el Gobierno de España.

El discurso no tiene desperdicio. Ella misma, ajena al más mínimo sentido del pudor y la autoestima, lo difunde en su cuenta de Twitter, mientras miles de usuarios de la red social doblados de la risa comparan la manera de hablar de la ministra con la de Yurena, antes Tamara, aquella cantante del "No cambié" de la que se reían en Crónicas Marcianas. La intervención de la ministra es realmente hipnótica. "Ahora los algoritmos van a ponerse por primera vez en este país al servicio de la mayoría social", dice además esta mujer ya en la cuesta abajo de su lamentable perorata. Y la misma izquierda política y mediática que pone en duda la capacidad de Isabel Díaz Ayuso dice que Yolanda Díaz es la bomba. Sin rubor.

No habíamos acabado de digerir tamaña aportación de la ministra a la estulticia universal cuando Pedro Vallín, el periodista de La Vanguardia, publicaba en exclusiva para toda la Vía Láctea que Pablo Iglesias se había cortado la coleta. Y escribía el dicho Vallín al respecto:

La ritualización del corte de pelo, como símbolo del paso a una etapa distinta es una constante en la narrativa, desde la melena que da fuerza a Sansón, en la tradición hebrea, hasta el corte de coleta de los toreros. Y por supuesto tiene su reflejo en la narrativa de ficción de la que Iglesias es un exhaustivo conocedor. Así, los aprendices de jedi en Star Wars, conocidos con el apelativo de padawan, llevan una coleta que no pueden cortarse hasta que completan su formación y acceden al escalafón de caballeros jedi.

¿Qué, cómo lo ven? Iglesias, ese hombre, de vicepadawan del Gobierno a jedi de Roures. La prosa de Vallín no tiene desperdicio. Qué grande. En el mismo diario del conde de Godó comparan el corte de pelo del excoletudo con algunos estilismos de Brad Pitt, Robert Downey Jr. y Johnny Depp. Así, con un par y sin cortarse un pelo. Pablo Iglesias, el último galán. Pasa que a otra gente lo del cambio de look de Iglesias le recuerda al de Rodrigo Lanza, el tipo que mató a un ciudadano por llevar unos tirantes con la bandera de España. Lanza gastaba rastas, cresta, trenzas y expansores de lóbulos. Todo eso desapareció en favor de un corte de pelo como el que luce Iglesias ahora en el momento en el que se tuvo que sentar en el banquillo.

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