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Pedro de Tena

Del Rey abajo, todos somos fascistas, salvo los socialcomunistas de Pablo Pedro

Gracias al doble lenguaje desplegado magistralmente por el comunismo internacional, fascistas hoy somos todos menos ellos y sus aliados

Gracias al doble lenguaje desplegado magistralmente por el comunismo internacional, fascistas hoy somos todos menos ellos y sus aliados
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso. | EFE

Siguiendo la ley fundamental de Carlo María Cipolla podemos parafrasear que un candidato electoralmente es estúpido cuando le hace daño a todo el mundo incluso a sí mismo. Pero como las leyes de Murphy, la de Cipolla tiene una variante del "invotable" que aporto. Su corolario expresa que un candidato electoral es el campeón de la estupidez cuando hace daño a muchos, sobre todo a sí mismo, pero le da votos al adversario. Por eso, hasta para sus propios partidarios, ese candidato forja la leyenda del "invotable", alguien al que sólo pensar en votarlo, da la victoria a los adversarios.

El problema no es un Pablo Iglesias que va a dejar a su clan fuera del Parlamento de la Comunidad de Madrid. Es un problema para Podemos, no para España. No se puede presentar a un candidato que no practica la más mínima democracia interna sino que se autoproclama como tal; que ha defraudado moralmente a sus seguidores desde el numerito de Galapagar y otros espectáculos de burgués demediado; que ha destrozado a su partido en Andalucía y otras regiones de las que ya ha desaparecido, que apoya a terroristas e independentistas sin rubor ni recato y que practica, con cierta pericia, eso sí, el doble lenguaje y las purgas del viejo comunismo soviético. De aquellos indignados ingenuos del 15-M a esta banda de estalinistas bolivarianos, hay una distancia sideral.

Hombre, que del Rey abajo todos seamos fascistas menos los comunistas y Pedro Sánchez y sus secuaces es una mentira como la catedral de Santa María la Real de la Almudena que forma parte destacada del "Himalaya de mentiras" que denunciaba don Julián Besteiro del viejo comunismo de la Guerra Civil. La suya es la apoteosis del doble lenguaje según el cual las palabras significan lo que quieren los comunistas. No es nuevo y está muy estudiado. Ayer mismo, Cristina Losada se refería a uno de los grandes expertos en fascismo que hay en Europa, Emilio Gentile, autor de Quién es fascista, de Mussolini contra Lenin y un imprescindible La mentira del pueblo soberano en la democracia.

Gentile alude en el primero de estos libros a que ya Benedetto Croce señalaba cómo los comunistas y socialistas de la Italia de 1944 acusaban de fascistas "a los liberales, católicos-democráticos y otros partidos no comunistas ni socialistas revolucionarios, pero que profesan el método de las elecciones libres y de las votaciones legales". Lamentablemente, como hizo Ana Rosa Quintana en su programa de televisión, se suele contestar a comunistas y socialistas que los fascistas son ellos, algo que no es cierto y los hace mejores de lo que son. Desde su fundación son lo que son, partidos que recurren a la violencia y a cualquier método que les lleve a implantar su dictadura, no del proletariado, sino sobre el proletariado y todos los ciudadanos. De ello hay experiencias sangrantes y demostradas en Rusia y su URSS, China, Cuba, Camboya, Vietnam, Venezuela, Bolivia y otros.

Gracias al doble lenguaje desplegado magistralmente por el comunismo internacional, fascistas hoy somos todos menos ellos y sus aliados. Gentile se divierte subrayando que, gracias a esta extensión comunista del significado del adjetivo original, fascista, hoy se la usa como "sinónimo de autoritario, violento, represivo, racista, machista: fascista es el padre que castiga, el profesor que suspende, el estudiante que hace bullying, el guardia que pone una multa, el árbitro que no es imparcial". Esto es, es fascista todo aquel que no es comunista o socio de los comunistas. O sea, que es fascista todo aquel que es señalado como tal por Pablo Iglesias, incluido el Rey.

Es un problema para Podemos, claro está. Íñigo Errejón, que ya ha probado la medicina, debería poner sus barbas a remojar porque como le gane a Iglesias en su batalla particular, será tildado de fascista vendido a las derechas.

Pero el problema de España no son las estupideces y mendacidades que perpetre Pablo Iglesias con el lenguaje. El problema es que el gobierno Frankenstein de Pedro Sánchez obedece a la dirección de Iglesias. Es que estamos bajo el gobierno de Pedro Pablo, mejor Pablo Pedro, ya inseparables para siempre jamás. Es el presidente Pablo Pedro el que se ha puesto a la cabeza de la manifestación y de la violencia contra Vox, el partido que va a impedir el triunfo de la izquierda en Madrid, que ese es el tema. Sin Vox, todo estaba arreglado, urdido, planeado y firmado. Con Vox, el sueño de la dominación se ha derrumbado en toda España porque las mayorías de centro derecha vuelven a ser posibles. Ese es el descubrimiento de Colón, de la foto de Colón, claro.

No es que sea sólo una estrategia antigua, del comunismo más rancio y sectario amamantado en la crueldad de Stalin. Es que hasta Alfonso Guerra ha tomado nota, con otros muchos socialistas de otro tiempo (que siguen sin pedir perdón por haber abierto este camino en 1993 con el dóberman), de que el camino que lleva el PSOE de Pedro Pablo es el camino de los "invotables" y que de aquí a un tiempo la convulsión interna del socialismo español va a ser inevitable. A pesar del control de medios de comunicación públicos y privados, de la intervención de las redes sociales y de las inspecciones educativas, la gente, la de a pie, no es estúpida ni ignorante ni servil y sigue distinguiendo la verdad de la mentira, la convivencia de la intolerancia y normalidad democrática de la histeria ideológica.

O sea, eso de que del Rey abajo todos seamos fascistas, menos los iluminados y cada vez más invotables Pedro Pablo y sus ridículos tardosociocomunistas es una trola como una bola que no van a tragarse las urnas democráticas madrileñas el día 4 de mayo, dos días después del 2 de mayo. Es imposible. De tanto herir la memoria histórica van a rescatar a la historia decente y veraz. De tanto intentar dañar a la España de la transición y la reconciliación, la van a sanar de su propia infección. De tanto echar al centro derecha de la democracia lo van a convertir en su eje principal y duradero. Es la estupidez de Cipolla y el corolario de los "invotables".

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