Menú
Pedro de Tena

El frío del régimen chavista

Tal vez sea un sueño, sí, pero de la clase de Borges, de esos que proporcionan una segunda vida al soñador.

En el argot del socialismo dominante en Andalucía, "frío" no es la sensación que se experimenta ante un descenso de temperatura, ni siquiera la indiferencia asombrosa por lo anómala que algunos hombres y mujeres experimentan hacia las obsesiones sexuales de nuestra época. No, no: frío es lo que hace fuera del Partido Socialista de Andalucía, casa común de la mamela, sucedáneo del auténtico mamelón o gran ubre, teta, pilón o abrevadero de los que mana políticamente la mamandurria, que no es otra cosa que el beneficio que uno obtiene por estar apegado al calor del régimen.

Lo del frío no es una invención propia. Fue la metáfora –hablar claro siempre es peligroso así que es mejor el eufemismo y el rodeo, más impunes– que utilizó uno de los próceres del socialismo andaluz –y no el peor de ellos–, José Rodríguez de la Borbolla, en un momento en que algunos le pedían una rebelión contra el aparato del señor Chaves. Según las crónicas, exclamó: "Fuera hace frío". Y en efecto, fuera de ese régimen el frío puede ser peor que el de Siberia. Repasemos las consecuencias de ese frío:

  1. Si se es socialista, se acabó el sueño de ser alcalde o siquiera concejal. De otras cosas, ni hablamos.
  2. Si se es socialista, se acabó el deseo de montar una empresa para percibir contratos de la Junta o las demás administraciones controladas.
  3. Si se es periodista, olvídese la quimera de trabajar en Canal Sur, en las productoras "pata negra" (así se llaman las vinculadas al régimen socialista) o en los periódicos de los grupos afines.
  4. Si se es empresario, se acabó la esperanza de obtener obras o proyectos en un concurso supuestamente abierto y público.
  5. Por no alargarlo más, una para terminar: si eres artista, flamenco o escritor, no volverás a pisar un escenario importante, televisivo o no, y las editoriales controladas por el régimen, que las hay, o por los amigos prosaicos del régimen, te arrojarán al silencio.

Por eso, "fuera hace frío". Y por eso, la manteca sólo se ablanda y puede untarse donde hay calor.

No se puede explicar mejor cómo es preciso pasar del "frío" generado por el socialismo apabullante, el frío del régimen, ese frío horizontal de Alfonsina Storni donde duermen todos los peces del mar, al calor de una democracia normal y esperanzadora en Andalucía. Para facilitar ese tránsito, es preciso formalizar una reflexión táctica en estos momentos electorales en los que no sabemos si se impondrá de nuevo el corsé del régimen o triunfará el milagro del cambio.

Lo primero, para superar ese frío mortal bien lejano del frío sudoroso y placentero de la oscura Safo, es imaginar una nueva Andalucía donde los concursos, las oposiciones, las colocaciones y los puestos en la Administración y fuera de ella están reglados por la igualdad de oportunidades y la justicia del mérito y la capacidad. Pero asimismo hay que imaginar una Andalucía en la que los gobernantes estén verdaderamente atentos a la desigualdad de medios que tienen entre sí los ciudadanos y ciudadanas para equilibrar, en lo posible, las posiciones de partida, especialmente entre niños y jóvenes. Que el carné de identidad sea más importante que un carné de partido, por favor. Que el Derecho sustituya al sectarismo y a la dominación.

Lo segundo que nos hará superar el cuchillo afilado de ese frío es el sueño de una Andalucía fuerte, civil, digna, lejos de la Andalucía subdesarrollada, desequilibrada, olvidada y sometida que hemos vivido en estos últimos 25 años. Andalucía, decía Ortega, es la región de España que, no hablando nunca de independencia ni de esas locuras, tiene una cultura más propia, más profunda. Entremos en calor con un plan de desarrollo económico acelerado vinculado a la manera de ser español que es ser andaluz y propongámonos metas, objetivos, pasos, hitos, que puedan cumplirse y que eleven el nivel andaluz al nivel europeo en pocos años. Si Andalucía ha necesitado a España, ahora es España la que necesita una Andalucía fuerte, capaz de impedir con su "Por Andalucía, por España y la Humanidad" el descuajaringue del nacionalismo xenófobo y antiespañol.

Lo tercero que nos aportará calorías preliminares es el ansia por la educación crítica y la recuperación del diálogo y el debate como algo natural, sin pretensiones totalitarias de partidos que se dicen demócratas pero que quebrantan las reglas del juego todos los días y fiestas de guardar. Construyamos un sistema educativo ligado al nacional esencialmente y en el que los alumnos examinen con rigor, esfuerzo y las nuevas tecnologías todos los problemas, las teorías e hipótesis que los resuelven o explican y decidan libre y razonablemente a qué escuela o tendencia adherirse. Hagamos de los andaluces y de los jóvenes especialmente lo que decía el viejo sabio Kant: fines en sí mismos y no medios para partidos, ideologías o iglesias.

Tal vez sea un sueño, sí, pero de la clase de Borges, de esos que proporcionan una segunda vida al soñador.

En España

    0
    comentarios