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Pedro de Tena

Jalogüén

Lleva años fraguándose. La exterminación de todo lo que huela a identidad española, católica y europea, parece un ejercicio de estrategia.

Bien conocido es el relato de la vivencia de Gibbon cuando sentado en Roma, soñando despierto en medio de las ruinas del Capitolio, observó a unos monjes descalzos cantando vísperas en el Templo de Júpiter. En este instante, dijo, "brotó en mi espíritu por primera vez la idea de escribir la historia de la decadencia y caída de Roma". Algo parecido es lo que muchos sienten cuando perciben como tontería, una más, el hecho pasmoso de que la celebración de Halloween vaya sustituyendo, como moda norteamericana más que nada, a la fiesta de todos los Santos y el día de Difuntos. Cuando uno escucha a niños andaluces, es mi caso, decir que va a una fiesta de "jalogüén" vestidos de vampiros, de brujas, de fantasmas o, sencillamente, de calabazas malignas mientras no recuerdan siquiera a don Juan Tenorio, comprende la dimensión de la tontería. Cuando se reflexiona sobre unos profesores que animan a la celebración de Halloween mientras omiten explicar – tal vez ni lo saben –, fiestas más propias, se adivina la profundidad de la liquidación de la cultura europea y, más concretamente, la laminación de la cultura española. Si es algo deliberado o fortuito, está por estudiarse. 

No es cosa del momento. Lleva años fraguándose. La exterminación de todo lo que huela a identidad española, católica y europea, parece un ejercicio de estrategia. Hace casi treinta años escribí un relato para una revista sevillana en el que los Reyes Magos batallaban campalmente contra Papá Nöel y "santa" Klaus hasta que todos, renos y camellos incluso, quedaban muertos sobre una masa fétida de caramelos podridos y juguetes rotos. Se dirá que es natural que en una Europa común haya tráfico de leyendas y creencias. Es más, podrá decirse que en el Occidente político, esto es, Europa más América del Norte y del Sur, está teniendo lugar una intensa mezcolanza que dará a luz, alguna vez, a una civilización común. Pero ello, que puede tener sentido, no explica por qué unos personajes, relatos o imágenes que pertenecen a nuestras vivencias más cordiales perecen sepultados sin respeto ni compasión por formas invasoras que son aceptadas acrítica e inmediatamente. 

Hay quien considera que Europa y, muy especialmente, España están acomplejadas, esto es, arrinconadas por un sentimiento de vergüenza hacia el propio pasado, hacia la propia historia, hacia la propia cultura. Por ejemplo, ¿cuántas veces ha pedido perdón la Iglesia? Unas pocas van ya. Pero, ¿alguien ha escuchado alguna vez pedir perdón a comunistas, nazis, terroristas, islamistas o dictadores varios a derecha e izquierda por haber cometido crímenes y truncado libertades y esperanzas?

Me parece más apropiado hablar de tontería. Sí, señores, estamos atontados. No sólo porque lo que creemos que es una moda importada es también cultura europea (Halloween nace en Europa, no en América, que ya es de tontos creer que lo propio es ajeno). Sobre todo, es de tontos dejar que nuestras cabezas se vayan llenando de lo primero que aparece sin ninguna inspección crítica de si tal ingrediente nos conviene o no. Ortega le echaba la culpa de este atontamiento a la ausencia de unas elites dignas de tal nombre con capacidad de discernir, valorar y proponer pautas e ideas. No digo que no y que, tal vez, como quería el filósofo, precisemos más que nunca un ensayo sobre los tontos españoles que, como dijo mucho antes que Cipolla, son muchos y no descansan. Pero sobre todo estamos atontados porque nos da todo igual. La creencia en que nada puede hacerse por recuperarnos como nación y como cultura nos conduce a la indiferencia vital y eso es algo que sólo puede ocurrirle a los tontos y es algo que conviene mucho a los "listos" porque quedan con el campo libre para sus tropelías.

Por eso, digamos con doña Inés: 

"!Fantasmas, desvaneceos: 
su fe nos salva..., volveos
a vuestros sepulcros pues." 

(Y que apreciemos los frutos secos – castañas, nueces y almendras –, la fiesta de Todos los Santos y el día de Difuntos). 

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