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Andalucía

Pedro de Tena

La ecuación electoral andaluza: habrá elecciones anticipadas

Sólo Juanma Moreno las puede convocar legalmente y pocos dudan de que las anticipará porque no podrá aprobar nada serio.

Sólo Juanma Moreno las puede convocar legalmente y pocos dudan de que las anticipará porque no podrá aprobar nada serio.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. | Álex Cámara / Europa Press

Sólo Juanma Moreno las puede convocar legalmente y pocos dudan de que las anticipará porque no podrá aprobar nada serio, ni los presupuestos para 2022, con todos los partidos, PP incluso, metidos de lleno en la batalla por los votos. Como el plazo de la convocatoria acaba en diciembre de 2022, la anticipación es inevitable y así lo han anunciado desde el PP varias veces añadiendo la coletilla de que unas elecciones celebradas en abril o mayo no serían políticamente elecciones anticipadas. Bueno.

Las elecciones andaluzas siempre son trascendentales. Más que las catalanas y las vascas aunque no lo parezcan. Andalucía es casi la quinta parte de España y la tercera economía por regiones. Es la manera de ser españoles con una personalidad, historia y cultura propias extraordinarias sin necesidad de disponer de una lengua propia, algo que ya advirtió Ortega, y es un poder parlamentario contundente, 61 diputados de 350, un 18 por ciento y 32 senadores de 288, poco más del 11 por ciento. Gobernar España sin o contra ella siempre ha sido complicado.

Si además consideramos que geopolíticamente Andalucía es frontera europea con África y tiene 900 kilómetros de costa, sólo menos que Galicia, Canarias y Baleares por ese orden y que junto con Madrid y Galicia forma parte de las regiones crecientemente preferidas para la inversión por su templanza fiscal, se convendrá en que forma parte del núcleo básico del centro derecha español.

Para que se convoquen elecciones hay que tener en cuenta algunos factores entre los que nunca se encuentran los tan traídos y llevados intereses generales que o bien son invisibles o ambiguos o bien son interpretados según el cristal con que se mira.

El primer factor, no por orden de importancia pero relevante, es la tendencia demoscópica. La situación, atendiendo a los sondeos de este año, oficiales o privados, es que el PP ha subido mucho desde los 26 escaños actuales, su peor resultado desde hace décadas, y hoy está por encima de una previsión de 40 escaños. 42 le daba la última encuesta de NC Report del 8 de agosto. Por tanto, le convendría celebrar elecciones porque sería el partido más votado y tendría asegurado el gobierno regional con el apoyo indispensable de Vox, ya descalabrado Ciudadanos, que también crece pasando de 12 a 16 diputados.

El efecto Espadas-Sánchez no se ha producido y el PSOE esta varado entre los 33 y los 35 escaños lo que unido a la crisis, con tendencia a la baja del comunismo andaluz escindido en bandas irreconciliables, parecen hacer imposible un gobierno socialista salvo golpe de magia político. Ni siquiera pueden contar ya con la hipótesis de un cambio de burladero de Ciudadanos porque cada encuesta les da a los naranjas menos escaños que la anterior. La última les da 3, insuficientes para formar gobierno tanto con PP como con PSOE.

Además de otros factores, como la situación interna de los partidos y la valoración de sus intereses, está la previsión de daños futuros reales o sentidos que puedan desequilibrar la foto fija prelectoral de la que ahora mismo disponemos.

¿Por qué no se han convocado ya? Porque el PP y Cs no quieren y no quieren porque el peso de Vox es cada vez más intenso y hay que esperar errores que detengan su crecimiento. En efecto, el incremento del voto de Vox parece haberse desacelerado desde que exige con mayor pasión el cumplimiento de sus pactos con el gobierno. El dominio mediático de la Junta, PP y Cs, en Canal Sur es creciente y su influencia en los demás medios gracias a la publicidad institucional, es ya evidente.

Pero puede ocurrir, al contrario, que Vox experimente un empuje hacia arriba derivado del insuficiente nivel de reformas decididas sobre el entramado socialista latente irregularmente en la administración. Amortizado Ciudadanos, el PP sólo podría crecer por el centro izquierda de los socialistas de ocasión, que los hay, y no parece posible que se nutra más desde su derecha. Desde Génova13 se masca el peligro de un Vox al alza si acierta con su candidato o candidata. La presión de Vox y de la izquierda radical podrían cuartear al PP.

También podría ser que el PSOE, una vez ocupado el susanismo y a pesar de la blandura de su candidato, recuperara parte de los votos perdidos, seguramente por la izquierda y con la ayuda de los fondos Covid y su incidencia en los Ayuntamientos, estrategia seguida infumablemente por Pedro Sánchez. Es uno de los factores que podrían desencadenar una convocatoria anticipada si el PP y Cs comprueban que las ayudas no van a ser controladas por la Junta, como hasta ahora es el caso. Y la moción de censura con los comunistas sólo necesita 5 votos de muy cuarteado grupo parlamentario de Ciudadanos.

Hay otros elementos, como el recibo del consumo energético – Amando de Miguel lleva razón -, que en Andalucía, de clima extremo en verano con repercusión para todos los andaluces, no disminuirá su efecto electoral sobre autónomos y hostelería. Veremos sobre quien recae el coste político del abuso manifiesto de esta facturación.

La crisis económica y social derivada del infortunio de la pandemia no parece haber castigado especialmente al gobierno del cambio que incrementa sus apoyos. Las redes sociales, antes muy bien manejadas por las izquierdas, han experimentado un salto hacia arriba desde el centro derecha y la batalla cultural (memoria histórica, maldad de la derecha, acusaciones sistemáticas) son respondidas con cada vez mayor decisión. Lo de Pemán en Cádiz es una muestra.

En cuanto a previsibles crisis internas que afecten electoralmente, en el PP reina el orden absoluto de Elías Bendodo, el Teodoro García Egea del PP de Andalucía, aunque con fricciones con Génova en la provincia de Sevilla más que nada y latente en otras como Granada, Almería, Málaga – con su alcalde eterno y díscolo – y otras provincias. Pero no se prevén dislates.

En Cs, crece la disensión. Ayer mismo, LD informaba sobre el "marinmoto" que pone en cuestión el liderazgo de Juan Marín. Tal empeño no tendrá otra consecuencia que acentuar el colapso electoral aunque deje colocados, sobre todo en el PP, a muchos de los ahora 21 diputados casi ninguno de los cuales podrá repetir.

El PSOE no sana de sus heridas y no logra que el liderazgo de Espadas-Sánchez se afiance por las buenas, por lo que, como en Sevilla y Almería, van por las malas. Aunque Susana Diaz ya no está formalmente, sigue en el recuerdo de muchos que no ayudarán al triunfo del dúo Sánchez-Espadas.

En el comunismo andaluz, Podemos e IU se enfrentan con fiereza poco común a la delirante Teresa Rodríguez, aliada objetiva de un radicalismo casi cómico (la patrulla canina es machista), propiciando una división pública que les hace bajar enteros políticos.

Vox no se deteriora, a pesar de su debilidad organizativa regional, y crece, aunque no al ritmo de unos meses. De todos modos tiene a su favor las manos limpias de estar fuera de la pelea política diaria en la Junta y la carta guardada de la designación de un candidato o candidata que pueda sorprender a propios y extraños. Ya se verá. Por ello, anima a la anticipación de las elecciones.

En resumen, los que no quieren anticipación de las elecciones son naturalmente PSOE, aunque lo nieguen con la boca chica, y Ciudadanos. El PSOE no ha tenido tiempo de consolidar al nuevo líder, tiene congresos purgantes pendientes y a nivel nacional sufre un desgaste persistente. Además, tiene frentes judiciales abiertos, caso ERE (Mercasevilla recientemente) y el caso FAFFE, entre otros, que afecta a la propia esposa de Espadas, Carmen Ibanco. El mismo Espadas se va deteriorando por desatención a la capital andaluza de la que es alcalde, algo jugoso para la oposición.

Ciudadanos no quiere perder dos años de poder y dejar de cobrar 21 sueldos parlamentarios, más otros derivados de su presencia en el gobierno. Juan Marín, que tiene asegurado escaño, pregona que es posible remontar algo su montaña rusa hacia la nada.

Igualmente, Podemos e IU quieren acabar con Teresa Rodríguez y dejarla sin presencia parlamentaria pero para ello necesitan tiempo. Si no se anticipan las elecciones mejor y la roteña supone que el tiempo le puede beneficiar a su andalucismo quasi nacionalista, así que tampoco pide elecciones ya.

Es comprensible que el PP de Génova, atento a las opciones de gobierno de Pablo Casado, presione para que su influencia en Andalucía no merme sabiendo ya que Vox estará ya mucho tiempo en calidad de compañero de viaje, dentro o fuera del consejo de Ministros. Anticipar las elecciones no le vendría mal, pero Juan Manuel Moreno quiere que lo que mengüe sea la influencia de Vox en el futuro gobierno y merendarse del todo a Ciudadanos.

Por eso arriesga, amparado en la necesidad de la recuperación andaluza pero si Pedro Sánchez amenaza con una gestión de los fondos Covid de la UE que perjudique al actual gobierno de la Junta y sus proyectos de reforma, no tendrá más remedio que plantearse la convocatoria anticipada. Lo mismo con la financiación autonómica. Lo de los presupuestos, es factor electoralmente menor porque no desgastará a la Junta, que puede prorrogarlos y culpar a otros del entuerto,

Las redes sociales ya no son un feudo de la izquierda radical y socialista sino que hay presencia cada vez más intensa del centro derecha, estimulado por el ejemplo de un Vox que pelea en las redes, los medios, las calles y los tribunales con una desinhibición total. Hasta Ciudadanos admira su falta de complejos y les recuerdan cómo fueron ellos mismos en su fase catalana.

Los errores de unos y otros también pesarán. No son pocos los que comete el PP nacional, apuntalado in extremis por la victoria de Isabel Ayuso en Madrid pero tampoco escasean las locuras educativas, sexistas, sectarias y políticas del social-nacionalismo separatista que añaden siempre votos al centro derecha, sobre todo a Vox (catalán forzoso para médicos y cargos públicos en Baleares), como la pringada del otro día con Rufián incitando a matar a los de Abascal. Los meritorios esfuerzos de Maite Pagazaurduntúa y el grupo de Cs en el Parlamento europeo apenas tiene eco en Andalucía, donde Europa no cotiza en urnas salvo en Ceuta y Melilla, que no juegan en la liga andaluza.

En fin, y para resumir, todo va a ser cosa de intuición política y de buena información sobre las posibles soluciones de la ecuación electoral. La Junta se empeña en decir que las elecciones serán en octubre o noviembre de 2022, pero pueden ser antes, en abril, o mucho antes, este mismo año.

Ya se puede asegurar que serán anticipadas, pero si muy o muy poco, dependerá de la información de que disponga Juan Manuel Moreno y su interpretación intuitiva. Si acierta, tendrá otros cuatro años por delante ya con Vox como socio preferente, en el gobierno o fuera, pero con él. Si se equivoca y el PSOE es capaz de enderezar su tinglado – por reconstrucción o por la articulación de la siempre latente moción de censura, un método que gusta a Pedro Sánchez -, el centro derecha lo pagará muy caro y su proyecto de reformas se verá dinamitado. Se sabrá.

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