Menú
Pedro de Tena

La isla de las Serpientes, la vergüenza occidental y el futuro de España

Necesitamos que muchos miles de españoles seamos capaces de hacer lo que han hecho los 13 ucranianos en la Isla de las Serpientes

Necesitamos que muchos miles de españoles seamos capaces de hacer lo que han hecho los 13 ucranianos en la Isla de las Serpientes
Isla de las Serpientes | Libertad Digital

En estos días, no unos cuantos, sino una auténtica mayoría de personas que vivimos en la Unión Europea y América, el Occidente tal y como lo deseaba Ortega, hemos sentido vergüenza. Decía nuestro filósofo que es La Ilíada la obra con que comienza sus destinos la literatura de Occidente. Uno de sus grandes personajes es Aquiles acompañado en la leyenda por su amigo Patroclo. La vieja Leuco (blanco en griego por sus mármoles y sus ofidios) era una isla del Mar Negro (Ponto Euxino) situada al sur de Odessa y cerca de la desembocadura del Danubio. La tradición clásica grecorromana sitúa en ella un templo dedicado a los dos héroes griegos junto a una pista o hipódromo. Incluso hay quienes creyeron que el propio Aquiles vivió en este islote y Plinio el Viejo no dudó de que el vencedor de Troya estuviera enterrado en ella.

Esta isla de las Serpientes, con recursos energéticos en su plataforma continental (10 millones de Tm. de y unos 100.000 millones de m3 de gas natural), es pues un enclave esencial para la historia, la memoria y el futuro de Occidente. Durante años ha sido objeto de disputa Rumanía y la Unión Soviética. Tras la disolución de ésta en 1991, la isla pasó a formar parte del territorio de la nueva Ucrania como nación soberana e independiente. Pues ha sido en esta pequeña isla donde 13 soldados ucranianos destacados en la misma como guardias de frontera han protagonizado una emocionante epopeya de dignidad y valor. A la orden de rendición emitida desde un buque ruso, los héroes ucranianos se negaron a hacerlo e incluso desafiaron a los invasores. El final es conocido. Los rusos bombardearon el islote y los trece patriotas ucranianos fueron asesinados.

He sentido admiración y envidia por su sacrificio, que no será en vano, y he percibido una vergüenza como nunca antes por el comportamiento de una Unión Europea, de unos Estados Unidos y de una OTAN incapaces de responder adecuadamente al desafío descarado de un exchusquero del KGB, que se ha permitido amenazarnos a todos. Su último chantaje militar, dirigido nada menos que a Suecia y a Finlandia, miembros de la Unión Europea, y socios de la OTAN aunque no alineados, la respuesta contundente que el ultimátum ruso merecía. Pueden comprenderse las cautelas debido a la presencia de armas de destrucción masiva, pero no puede entenderse que parezca que sólo un gobernante es capaz de usarlas. Hay desafíos que no pueden pasarse por alto.

El darme cuenta de que el Occidente que conocemos y en el que hemos alentado un modo de vida de libertad, de seguridad militar y social, de prosperidad y de ciencia y cultura, no está a la altura de las circunstancias desatadas por un dictador procomunista que añora las fronteras de la vieja Unión Soviética, me ha producido, además de vergüenza y bochorno, una reconsideración de la situación española. Si Ucrania ha sido abandonada a su suerte sin dignidad alguna como lo fue tras la invasión rusa de Crimea y si los aliados afganos fueron condenados a la dictadura talibán sin decencia alguna, ¿qué garantía tiene España de que, en el flanco Sur de Europa, la OTAN, comandada por Estados Unidos e Inglaterra (aliado el primero de Marruecos e invasora colonial del Peñón de Gibraltar, otro islote, la segunda) Ceuta, Melilla y las Islas Canarias vayan a ser defendidas como exigen los artículos del tratado de la OTAN?

Todo Occidente sufre un desmoronamiento ideológico sin precedentes. Pero en España ese derrumbamiento de la autoestima y el patriotismo resistente llega de la mano de un odio sistemático emanado desde los nacionalismos separatistas y la izquierda comunista (con un pie y no pequeño en dirigentes del PSOE como se ve en Grupo de Puebla). La vergüenza se torna además temor y temblor cuando se hace uno la siguiente pregunta: "En el caso de que Ceuta, Melilla y las Islas Canarias sean invadidas por la razón que sea, ¿serán defendidas, con todos los medios a la altura de la gravedad, por la OTAN?". Sí, dirán algunos, porque España es miembro de la OTAN. Claro, como Ucrania es parte de Occidente y Suecia y Finlandia partes de la UE. La izquierda social-comunista española no da garantía alguna de que así vaya a ser. Y lo más cercano a un conflicto así, sería Andalucía, la parte de España que hoy celebra su Día.

España tiene que desarrollar un sólido y eficaz patriotismo si quiere seguir siendo la gran nación que es. Necesitamos que muchos miles de españoles seamos capaces de hacer lo que han hecho los 13 ucranianos en la Isla de las Serpientes. Descansen en paz.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios