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Pedro de Tena

María Jesús Montero: la primera factura pendiente en la frente de Pedro Sánchez

Spiriman la considera responsable de la mala gestión de la sanidad pública andaluza.

El próximo domingo 10 de junio la Asociación por la Justicia en la Sanidad que encabeza el médico Jesús Candel, Spiriman, acompañado de conocidos opositores al régimen instalado en Andalucía desde 1982 como Luis Escribano, editor de El Demócrata Liberal al que se ha considerado ya el Spiriman de la Administración andaluza, Antonio Barreda y algunos otros represaliados por la Junta de Andalucía por haber denunciado casos graves de corrupción (UGT, cártel del fuego y otros), ha convocado una manifestación contra la gestión de la sanidad en Andalucía, un dolor de cabeza permanente para Susana Díaz desde hace unos años.

El detonante de este importante movimiento, no controlado ni por partidos políticos ni por sindicatos, fue la decisión de la Junta de Andalucía de proceder a la unificación de una serie de hospitales, especialmente en Granada y en Huelva. Precisamente fue en Granada donde un médico de urgencias con precaria contratación se sublevó contra la fusión de los principales hospitales granadinos en uno solo y dio origen a un multitudinario movimiento en las calles: era el principio de la más pública y dura oposición a Susana Díaz.

Tras haber sacado a la calle a decenas de miles de personas en Granada, en Jaén, en Huelva principalmente, el movimiento pasó de ser la tarea de un solo hombre vía redes sociales a una Asociación por la Justicia en la Sanidad. De la oposición a la desaparición de un hospital granadino y otro onubense, se pasó a la crítica general de la gestión de la situación de la sanidad andaluza y es aquí donde la figura de María Jesús Montero cobra una relevante importancia.

En efecto, fue María Jesús Montero – viceconsejera de Sanidad de la Junta de Andalucía(o Salud, que los nombres de este Departamento han cambiado desde el año 2002) y luego consejera de Salud hasta el año 2013 -, la que dio origen a una reordenación de la sanidad andaluza y de aplicar unos recortes sobre los servicios y el personal sanitario que no se aplicaban, por ejemplo, sobre el personal de la administración paralela de la Junta.

Todo ello condujo en 2014 a la decisión de fusionar hospitales en Granada y Huelva que dio origen al movimiento de protesta más popular y extendido que ha tenido el gobierno de Susana Díaz. De hecho, la conmoción social llegó a tal nivel que su gobierno tuvo que suspender la anunciada fusión hospitalaria en Granada ante el peligro de un crecimiento del movimiento de Spiriman. Luego comenzó la tarea de desgastar la figura y el prestigio del médico granadino.

El legado de María Jesús Montero en la sanidad andaluza

Antes de ser nombrada consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía tras la imputación en el caso ERE de su antecesora y también médica, Carmen Martínez Aguayo, la dueña y señora de la sanidad andaluza durante más de diez años fue María Jesús Montero.

Según la Asociación por la Justicia en la Sanidad representada por Spiriman, en 2008 el año de la crisis, el gasto sanitario en Andalucía alcanzaba los 10.307 millones de euros mientras que en el año 2014 descendió a los 8.737 millones de euros. Es decir, que se recortaron o se dejaron de invertir en sanidad durante estos 6 años 1.570 millones de euros. Y sus responsables fueron Susana Díaz y María Jesús Montero.

Igualmente destaca la Asociación el brutal recorte perpetrado en materia de personal, con 7.500 puestos de trabajo amortizados por los responsables sanitarios de la Junta de Andalucía.

Además, el gasto ahorrado en remuneración de personal de los servicios hospitalarios y de la atención primaria, se elevaba nada más y nada menos que a 808 millones de euros.

Desde 2009 a 2014, la Junta, siempre bajo el mandato de Montero, dejó de gastar 474 millones de euros gracias a prescindir de personal que prestaba servicios en hospitales. Ahorro en sueldos y contratos que se extendió a la atención primaria en la que dejó de gastar en contratos desde 2009 el a 2014 la cifra de 334 millones de euros.

Según los partidarios de Spiriman, los recortes de la sanidad han tenido como objetivo final el que quien pueda pagarse la sanidad privada que se vaya de la pública. El deterioro sistemático de la sanidad pública aprovechando la crisis de 2008 ha sido una constante.

De hecho, se interpreta que la fusión hospitalaria ya mencionada propiciada por la Junta de Andalucía y de la que fue responsable Montero no fue más que una forma de ahorrar y recortar. Gracias a las fusiones las listas de espera se dispararon por toda la región, mientras los responsables sanitarios no eran capaces de dar solución alguna, y se repartían importantes complementos de productividad entre ellos.

En Andalucía se ha asistido al penoso espectáculo, subrayan, de que la sanidad privada se haya ofrecido para aliviar las listas de espera a cambio del pago correspondiente por parte de la sanidad pública.

Según el mismo análisis, los recortes y la falta de inversiones dejan muy tocada a la sanidad pública y van a provocar un quebranto a corto plazo del sistema sanitario público ya que al tener menos recursos y tener que afrontar el envejecimiento de la población, dentro de unos años entrará en quiebra, una quiebra intencionada por la falta de liquidez y de inversiones necesarias.

Si a ello se une que Andalucía es la comunidad autónoma que menos invierte en sanidad por habitante, tan solo 1.110 euros por habitante mientras la media nacional es de 1.332 euros y mientras otras comunidades como País Vasco, Navarra e incluso Asturias y Extremadura superan los 1.500 euros por habitante, se califica a la sanidad andaluza como de "tercera", y herencia directa de María Jesús Montero.

Sin embargo, menos se cuenta que una de las causas del caos sanitario andaluz es la la creación de 1.300 mandos intermedios - una estructura paralela contratada de forma no controlada administrativamente por la Junta -, que gestionan las 1.060 Unidades de Gestión Clínica creadas tras la reordenación del sector público sanitario.

Igualmente se destaca el daño que origina el sistema de subastas farmacéuticas que el Tribunal Constitucional ha avalado, siendo Andalucía la que retira de la cartera medicamentos genéricos en beneficio de determinados laboratorios que son los que ganan la subasta. Los laboratorios que ganan las subastas suelen ser extranjeros y pequeños, sin capacidad logística ni estructura suficiente, por lo que muchas veces renuncian a la subasta o dejan desasistido puntualmente el mercado. Por ello, los pacientes andaluces no tienen la posibilidad de elegir, como sí ocurre en otras autonomías, entre todos los medicamentos que se encuentran a precio más bajo. Es lo que se conoce como corralito farmacéutico andaluz.

Hay otros factores del deterioro sanitario andaluz, pero basta con lo anterior para dar una idea de la polémica sobre la que Susana Díaz considera "la joya de la corona" de la gestión socialista desde 1982.

Elementos para completar el perfil de María Jesús Montero

Se ha contado suficientemente su trayectoria política desde el año 2002, fecha en que fue nombrada viceconsejera de Salud y su trayectoria posterior hasta ser consejera de Hacienda y finalmente ministra de Sanidad.

No se ha destacado, sin embargo, que aunque no fue inicialmente militante del PSOE y que nunca ha ocupado cargo orgánico alguno en el organigrama del socialismo andaluz, ha sido una mujer de la máxima confianza de José Antonio Griñán y Susana Díaz, que la hicieron la responsable de los números fiscales andaluces en una época de crisis a pesar de ser médico y no tener especialización financiera.

Los medios próximos a Podemos e Izquierda Unida la hacen militante del Partido Comunista en su juventud o bien de las Juventudes Comunistas. Pero en realidad tuvo mucho más que ver con movimientos de cristianos de base. Que enchufara, así se ha escrito, en el Instituto de Salud Carlos III de Madrid a otro componente de la vieja corriente Cristianos por el Socialismo, el exalcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, así parece confirmarlo.

Hay que precisar que siendo estudiante de Medicina en la Universidad de Sevilla (US), Montero ya fue delegada de curso y miembro del aquel extremista Consejo de Alumnos que, a mediados de la década de los 80, logró que aprobara el estatuto universitario más radical de España tras innumerables encierros y protestas.

Si fue comunista o no alguna vez no se ha certificado pero sí el que su actividad política fue impulsada por su militancia en los grupos cristianos de base que impulsaron junto a una izquierda que posteriormente los despedazó la lucha contra los rescoldos del régimen franquista. En 1982, fecha del triunfo de Felipe González, Montero tenía 16 años.

Se casó con Rafael Ibáñez Reche, durante años abogado laboralista de Comisiones Obreras, y tuvieron dos hijas. Posteriormente se separaron e Ibáñez fue expulsado en 2007 de la central sindical siendo acusado de ser un "torpedo" de Izquierda Unida dentro de la organización.

Luego Montero comenzó su carrera de gestora médica en diferentes hospitales sevillanos hasta sus sucesivos nombramientos en la Junta.

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