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Pedro de Tena

Otro granito de arena para la leyenda negra

En España somos los propios españoles los que no honramos lo que hemos sido ni lo que somos.

El daño que unas personas consiguen hacer a su nación puede ser inmenso. En España es bien conocido el caso de Antonio Pérez. Fernando García de Cortázar dejó escrito que el secretario de Felipe II hirió más y mejor a la monarquía española que todos sus enemigos juntos. Antonio Domínguez Ortiz subrayó que la leyenda negra antiespañola, que de eso hablamos, no muere, sino que se transforma. Oxigenada constantemente por las izquierdas y los regionalismos delirantes y obtusamente tratada por las derechas, se mantiene como un muerto viviente que sigue creciendo por nuestro nuevo siglo. Julián Juderías, en su ensayo sobre la leyenda negra, se preguntó: "Si la honra de los individuos se respeta, ¿por qué no ha de respetarse la de los pueblos?". Cierto. El problema es que en España somos los propios españoles los que no honramos lo que hemos sido ni lo que somos. Hoy, algunos españoles están aportando su nuevo granito de arena a la desconsideración y el ennegrecimiento nacional, sin que elevemos la voz.

Repasemos. Mariano Rajoy. ¿Cómo es posible que no haya registrado en su cabeza que el hecho de que su partido perdiese seis decenas largas de diputados en las elecciones de diciembre ya merecía su dimisión por higiene moral y política? ¿Qué ceguera le ha impedido reconsiderar su liderazgo en el PP y el Gobierno de España tras el gran escándalo, amén de otros, de Luis Bárcenas, su mandado? Cierto que en las pasadas elecciones ha recuperado votos aterrados por el desgobierno y los puños cerrados. Pero ¿no ha cruzado su conciencia la idea de un sacrificio para evitar con otras elecciones el deterioro de la democracia y de la nación?

Pedro Sánchez forma ya parte de otra leyenda negra menor, la del PSOE. ¿Cómo puede concebirse que un secretario general de conveniencia, sin auctoritas en su partido y que ha perdido sucesivamente dos elecciones con cada vez más infamante resultado, siga en su cargo? ¿Qué clase de cerebro ceniciento se atreve, teniendo dos presidentes nacionales del PSOE sentados en el banquillo de los acusados en el caso ERE y los más graves casos de corrupción de la historia reciente de España en su mochila, a proponerse como el adalid contra la desvergüenza? ¿Cómo es capaz de arriesgarnos al peligro de unas terceras elecciones? ¿Cómo osa presentarse como el referente de los partidos del cambio? ¿De qué cambio, señor?

Otros personajes en el estropicio español merecerían atención, pero reconozcamos que, hoy por hoy, el granito de arena que contribuye al ennegrecimiento de la leyenda española lo aportan estos dos peligrosos sátrapas que liquidan la deteriorada ilusión nacional. Cela creía que, en este país, el que resiste gana. No. Es más cierto que el que daña, resiste sin que nadie le señale el error cometido, como quería el viejo Marco Aurelio.

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