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Pedro de Tena

San Antonio y la España perdida

Es fundamental que recuperemos una educación nacional que nos instruya digna y extensamente, nos haga críticos y nos pertreche de autonomía personal.

El 13 de junio se conmemora el día de San Antonio. Mucho en su vida fue imprevisible como lo es la situación de la España extraviada que sufrimos. Primero, se le conoce como San Antonio, aunque en realidad se llamaba Fernando. Segundo, le llamaron de Padua, pero en realidad nació en Lisboa y le apodaron el Lusitanus. Tercero, iba para agustino pero terminó siendo franciscano.

Cuarto, podía haberse amparado en vírgenes de abolengo portugués pero recaló en la Iglesia Mayor de Lisboa que estaba dedicada a la Virgen del Pilar. Quinto, quiso ser mártir en Marruecos pero, tras peripecias varias, muchas en Francia, terminó enterrado en Padua. Sexto, y lo dejamos ya, aunque fue célebre por sus milagros (verbigracia, la devoción de un caballo, o mula, según el hagiógrafo, y la atención beata de unos peces a un sermón) es más conocido por su disposición para ayudar a encontrar las cosas perdidas.

El San Antonio de las tentaciones de El Bosco o de Flaubert y de tantos más, es otro, el conocido como san Antón por su querencia hacia los animales y se celebra en enero.

Pues, en efecto, este "santo de las cosas perdidas", ya sea un niño, un libro, la propia fe religiosa, y por qué no una patria, parece el apropiado al que pedirle intercesión para que los españoles encontremos por fin a esa España que hemos sido, somos y merecemos.

Por eso es de agradecer que los inspiradores de la concentración de este domingo por una nación libre, digna y lejana a los totalitarismos (que sólo hay dos, el nacionalista y separatista con el terrorismo al fondo y el comunista con la dictadura como meta) la fijaran precisamente el 13 de junio, fecha de la muerte del joven San Antonio.

Por eso, agnósticos, creyentes e incluso indiferentes debemos pedirle a San Antonio que nos encuentra a la España en la que el carné de identidad sea el único carné que valga, por encima del de cualquier partido, fundación, cuenta corriente o propiedad porque lo esencial es ser una persona libre que forma parte de esta nación.

Es urgente hallar a la España que se siente confortada cuando mira hacia atrás, hacia su historia porque, a pesar de los errores, de los excesos y de las desviaciones, la trayectoria de esta nación ha sido muy relevante y meritoria para el mundo que vivimos que es mundo global precisamente gracias a ella.

Es necesario encontrar a la España en la que todo niño o niña, de la familia que sea, del sexo que sea, de la región y el municipio que sea, pueda disponer de oportunidades para llegar a ser, si se esfuerza, un Velázquez, un Ramón y Cajal, una Emilia Pardo Bazán, una Clara Campoamor, un Menéndez Pidal o una Santa Teresa.

Es más que preciso que hallemos a la España que ama la libertad, la democracia cabal, la tolerancia recíproca en el marco de la unidad nacional, que a eso quería invitar la transición y el proyecto constitucional, hoy traicionado por tantos. Ha habido equivocaciones pero tenemos que encontrar de nuevo su camino.

Por eso es fundamental que recuperemos una educación nacional que nos instruya digna y extensamente, que nos haga críticos, no apesebrados, y nos pertreche de autonomía personal, méritos y capacidades antes que nos contamine la enseñanza sectaria que pretende adoctrinar sin miramientos e imponer una visión de las cosas no fundada en los hechos sino en una memoria selectiva y partidista que merma las libertades de expresión y reunión e impide el derecho a la verdad frente a las mentiras y las falsificaciones.

Naturalmente hay que localizar la función, hoy descaminada, de una Justicia nacional independiente que es el único medio de defensa de los ciudadanos de a pie frente a los poderes fácticos, tanto privados como públicos, partidos u organizaciones sociales y profesionales, que pueden y saben comprar y vender conciencias para servir a sus intereses e incumplir las reglas de la convivencia y de la Constitución. Véase los indultos a los golpistas de Cataluña.

Podríamos seguir y seguir porque la España en libertad y en convivencia que queremos necesita concretarse de una vez. Pero cómo estará la cosa que hasta los que no somos creyentes le rezamos de buen gusto a San Antonio para que nos ayude a encontrarla.

Si no gusta este Santo, hay otro en la historia de la Iglesia igualmente ducho en recuperar objetos perdidos: San Cucufato, muy vinculado por cierto a Cataluña (San Cugat del Vallés tiene todo que ver con su nombre). En este último caso, hasta tenemos una oración popular: ""San Cucufato, San Cucufato, los cojones te ato y hasta que no la encuentres (a nuestra España) no te los desato". Pues eso. Todo sea por encontrarnos con la patria común.

P.D. Y de camino, ya que ayer se celebraron las primarias del PSOE andaluz, a ver si desde el Sur se encuentra el camino que haga posible un socialismo nacional que contemple la democracia como un fin convivencial y no meramente como un medio de ocupar, imponer y dominar. A lo mejor en este caso, seguramente, hay que rezarle a Santa Rita, abogada de las causas imposibles.

En España

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