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Pedro Fernández Barbadillo

A Podemos le funciona el ‘Francomodín’

La mentira ya ha echado raíces entre los españoles en esta década larga.

La mentira ya ha echado raíces entre los españoles en esta década larga.
EFE

Algunos periodistas y columnistas se aferran a la idea consoladora de que las soflamas de Pablo Iglesias en el debate de investidura le van a restar votos en nuevas elecciones, porque –y aquí se recurre a un argumento propio de ese presidente en pijama que es Mariano Rajoy– los españoles son serios. Tan serios que se quedan pasmados cuando escuchan al caudillo del tercer partido español escupir desde la tribuna del Congreso la nueva vulgata izquierdista: el franquismo, la Guerra Civil, el terrorismo de Estado de los GAL, el país con más desaparecidos salvo Camboya y, como novedad, el anarquista Salvador Puig Antich, ejecutado en 1974 por el asesinato de un policía.

Uno de estos columnistas es mi querida Cristina Losada, que acaba de escribir: "Es difícil que el panfleto amarillento que sirvió Iglesias ponga en pie y con el puño en alto a más peña de la que suele congregar la extrema izquierda de toda la vida". Lamento no estar de acuerdo. Ya expliqué que la tendencia demoscópica marcada en las elecciones de 2015 indica que Podemos superará pronto al PSOE.

Y la culpa será de los propios socialistas que, desde 2003, han triturado la sociedad española en el pasapuré de su sectarismo, su odio, su memoria histórica, su alianza con todo lo antiespañol y su lágrima socialdemócrata. Según Zapatero, "Otegui es un hombre de paz". José Blanco aseguró: "Cuando finalicemos la reforma del Estatut, Cataluña será más España y España estará más unida". Leire Pajín sentó las bases del cambio del modelo económico cuando dijo: "El PIB es masculino". Y Elena Valenciano lloró a escondidas después de visitar la valla de Melilla… que instaló el Gobierno de su partido. Primero fue la gallina socialista y luego el huevo morado.

En 2000 en España vimos la mayoría absoluta de Aznar, la llegada de Zapatero a la Secretaría General del PSOE y la fundación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Eslabones de una misma cadena. Sirva de ejemplo la trayectoria de la periodista que calificó a los votantes del PP de "hijos de puta" y ha pasado de repartir insultos en las páginas de papel del principal periódico prosocialista a hacerlo en un digital propodemita.

La mentira ya ha echado raíces entre los españoles en esta década larga, gracias a que el PP no la ha combatido (sigue vigente la Ley de Memoria Histórica) y gracias a docenas de películas y series de televisión subvencionadas. Este fin de semana, la alcadesa de Barcelona, Ada Colau, ha dedicado una plaza a Puig Antich y, a la mejor manera de los alcaldes del PNV y Herri Batasuna, omitido todo recuerdo al policía al que mató, Francisco Anguas, y al cajero al que hirió en el atraco. Pero honrar a este pistolero abandonado en 1974 por la izquierda como "el último catalán ejecutado por el fascismo represor de Franco" es el paso siguiente después de que CiU y ERC llenasen Cataluña de monumentos, rotondas y bustos al golpista Lluís Companys. Por de pronto, CiU ya está derrotada; la pata democristiana ha sido expulsada de las Cortes y la otra, que ha tenido que cambiar de nombre, ha perdido en cuatro años la mitad de los votos y los escaños que tenía.

Cristina Losada pertenece a una izquierda que todavía leía y viajaba haciendo autoestop o trabajando para pagarse los billetes, sin Twitter ni becas de Bankia. Losada no sólo debía de leerse los editoriales de El País de la cruz (perdón, Janli) a la raya, sino que también debió de leer y meditar mucho para pasarse al liberalismo. Sin embargo, ese mundo donde se recomendaban libros, se buscaban citas y se fotocopiaban artículos ya ha desaparecido. ¡Qué más da la verdad si la mentira es más hermosa y más difundida! Los alumnos de las universidades públicas acuden a las conferencias no a contraponer sus ideas con las del conferenciante, sino a impedirle hablar y a insultarle.

Cuando el PP y Ciudadanos admiten que hay que investigar los crímenes del franquismo, eliminar del callejero a las víctimas del Frente Popular y arrasar monumentos funerarios están contribuyendo a legitimar ese discurso que está desangrando al PSOE y les sitúa a ellos en el bando de los malvados, los fascistas o los criptofascistas. Millones de españoles están siendo bombardeados en televisión y en Twitter con que el franquismo era un "totalitarismo" y que la Constitución fue un pacto entre unos franquistas muy listos, que siguen mandando, y unos izquierdistas cobardes y tontos. Así que no nos podemos sorprender de que escojan la papeleta morada. Porque Podemos es el único partido que lleva ese discurso hasta las últimas consecuencias, que son la sublevación y la depuración, y ofrece un blanco al odio y la desesperación del precariado, las nuevas falanges proletarias.

Bien sabe Dios que quisiera equivocarme y que me encantaría que en las próximas elecciones Podemos fuera al Grupo Mixto, pero como creo que voy a acertar estoy dispuesto a apostarme una cena con quien lo desee a que los morados tendrán todavía más votos. ¡Si el PSOE ya es el Pasok en la provincia de Madrid, y antes incluso de pactar con la marca blanca del PP!

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