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Pedro Fernández Barbadillo

¿Quisieron los nazis invadir América?

Roosevelt dijo tener un mapa que probaba los deseos del III Reich de cruzar el Atlántico y establecerse en el hemisferio occidental.

Roosevelt dijo tener un mapa que probaba los deseos del III Reich de cruzar el Atlántico y establecerse en el hemisferio occidental.

Después de la rendición de Francia, en junio de 1940, y hasta el desembarco Aliado en el norte de África, en noviembre de 1942, el mundo parecía que se encaminaba hacia un cambio tan radical en la distribución del poder y del espacio como el producido en el Tratado de Utrecht, por el que Inglaterra se convirtió en la potencia hegemónica, relegando a España y a Francia.

Alemania consiguió suprimir el sistema de tratados nacido en Versalles mediante el despedazamiento de los Estados creados tras la Gran Guerra –Polonia, Yugoslavia y Checoslovaquia–, la recuperación de Alsacia y Lorena, la entrega a Hungría de parte de la Transilvania y otras alteraciones territoriales. Además, en Francia los diputados y senadores eligieron como jefe del Estado al mariscal Petain, que ya era primer ministro y en 1939 había sido enviado a la España de Franco como embajador. Se estableció así un régimen colaboracionista con el ocupante. La mayor parte de las autoridades del inmenso imperio colonial francés se puso del lado del nuevo Gobierno (Argelia, Siria, Senegal, Madagascar, Indochina, Marruecos...).

Unos días antes del nombramiento parlamentario de Petain, el 3 de julio, la Armada británica atacó por sorpresa la flota francesa atracada en el puerto argelino de Mazalquivir (Mers-el-Kebir), cercano a Orán. Murieron más de mil marinos franceses. El ataque estableció casi un estado de guerra entre ambos países, aliados hasta unas semanas antes.

En Europa, Alemania y Austria ocupaban Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y la costa atlántica y norte de Francia; Italia, que ya había entrado en la guerra, ocupaba Albania, Córcega y Niza. Los dos aliados bombardeaban Londres y los neutrales se afanaban en agradar al Eje. Stalin mantenía los suministros de petróleo y otros minerales a Alemania. Inglaterra, donde ya gobernaba Winston Churchill, buscaba desesperada un ejército en Europa, una vez perdido el francés.

Sin embargo, en este breve período triunfal de Alemania se mostraron las deficiencias geoestratégicas del régimen nazi. Hitler seguía sin querer destruir el imperio británico; sólo quería que se retirase de Europa. Los alemanes no disponían ni de cazas y bombarderos de largo alcance ni de submarinos suficientes para cortar las rutas de suministros que abastecían a la Gran Bretaña. El Mediterráneo continuaba abierto a los barcos enemigos por el Estrecho de Gibraltar y el Canal de Suez. En otro ejemplo de lo que decimos, Berlín confió las relaciones con los rebeldes del mundo árabe, deseosos de liberarse de los colonizadores anglofranceses, a los italianos, que sólo querían ocupar el puesto de éstos.

Sólo cinco estados en Sudamérica

El presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, quería combatir al Eje, pero el mal recuerdo dejado por la Gran Guerra entre sus compatriotas, así como la crisis económica, que se mantenía pese a las medidas del New Deal, se lo impedían. El aislacionismo era el sentimiento dominante. Además, en noviembre de 1940 se celebraban elecciones: eran las terceras de FDR, lo que había creado tensiones dentro del Partido Demócrata.

En la campaña, Roosevelt prometió a sus compatriotas que sus hijos no serían enviados a combatir en una guerra extranjera, pero una vez obtenida la reelección comenzó, con la ayuda de un lobby británico, denominado British Security Coordination, una campaña de publicidad para persuadir al pueblo del peligro alemán. Pese a los esfuerzos de Roosevelt y los británicos, que repartieron sobornos entre periodistas, editores, productores de cine, empresarios..., en 1940 los partidarios de entrar en la guerra nunca rebasaron el 20%.

El 27 de octubre de 1941, en el discurso para conmemorar el Día de la Marina, Roosevelt recurrió a uno de sus golpes propagandísticos: la revelación de que disponía de un mapa que probaba los deseos del III Reich de cruzar el Atlántico y establecerse en el hemisferio occidental, como paso previo a atacar Estados Unidos.

Tengo en mi poder un mapa secreto, dibujado en Alemania por el Gobierno de Hitler por constructores del nuevo orden mundial. Es un mapa de Sudamérica y parte de Centroamérica, tal como Hitler se propone organizarlas.

El mapa mostraba Sudamérica distribuida en cinco nuevos Estados:

  • Neuspanien (Nueva España), la unión de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá, con el canal interoceánico, que entonces estaba bajo soberanía de Estados Unidos.
     
  • Guayana, que abarcaría la británica, la holandesa y la francesa, entregadas a Vichy.
     
  • Chile, un nuevo país más grande que el homónimo, formado por la unión de Perú, parte de Bolivia y Chile, aunque cortado por un corredor argentino hacia el puerto de Antofagasta, en el Pacífico.
     
  • Argentina, que reunía a Uruguay y Paraguay, más el citado corredor.
     
  • Brasil, que se anexionaba parte de Bolivia.

Sin embargo, el mapa era una falsificación, tal como establece el historiador Nicholas John Cull en Selling War. The British Propaganda Campaign Against America "Neutrality" in World War II. Todavía no se sabe quién lo falsificó, pero se atribuye a los magníficos servicios secretos británicos.

El trampolín desde el que los alemanes saltarían a Sudamérica sería Dakar, donde en septiembre de 1941 las fuerzas francesas de Vichy habían rechazado un intento de desembarco de los británicos y de los partidarios de De Gaulle. Los alemanes y sus aliados podían alcanzar el continente por Natal, la parte de Brasil más cercana a África. En esa ciudad, Roosevelt mantuvo una reunión con el dictador civil brasileño Getulio Vargas en enero de 1943, a su regreso de la Cumbre de Casablanca.

La declaración de guerra de Hitler

Pero el incidente que esperaban Roosevelt y Churchill no fue un cañoneo entre cruceros estadounidenses y submarinos alemanes o la voladura de un buque, como el Maine en 1898, sino un ataque aéreo contra la base naval de Pearl Harbor, en Hawaii. Y lo cometieron los japoneses y nos los alemanes.

En una decisión todavía sin justificar, Hitler declaró la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre, cuando había comenzado un contraataque soviético en el frente oriental, reacción que contrasta con sus directrices en los meses anteriores a la Armada de que los submarinos evitasen todo incidente con los barcos de bandera de EEUU. Muchos historiadores aseguran que a Roosevelt le habría costado convencer a sus compatriotas de guerrear con Alemania de no mediar la declaración de Hitler.

Que el dictador alemán cometió un error capital se comprobó al año siguiente, cuando las tropas de EEUU desembarcaron en Marruecos y Argelia. Además, sin las fábricas y las granjas norteamericanas, Stalin no habría podido resistir a los alemanes ni poner en marcha nuevas ofensivas.

En los meses siguientes, con histeria popular en el oeste del país por desembarcos japoneses y torpedeo de mercantes en la costa este, todo el mundo se olvidó del supuesto mapa alemán.

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