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Pedro Fernández Barbadillo

¿Retrasó la campaña de los Balcanes el ataque de Hitler a la URSS?

Si una pequeña parte de los recursos empleados en Barbarroja se hubieran enviado al Afrika Korps, los alemanes habrían derrotado al ejército británico.

Si una pequeña parte de los recursos empleados en Barbarroja se hubieran enviado al Afrika Korps, los alemanes habrían derrotado al ejército británico.

Entre los mitos de la Segunda Guerra Mundial el más conocido es la resistencia francesa al invasor alemán. La realidad es que durante casi cuatro años los soldados alemanes vivieron en Francia sin excesivos problemas. Hasta el ataque a la URSS, el 22 de junio de 1941, los comunistas colaboraron con el invasor y el PC francés montó unos escuadrones de la muerte para asesinar a los camaradas que disentían de la línea fijada por Moscú. Otro mito es que la Operación Barbarroja, el ataque a la URSS por el Eje, se retrasó unas semanas capitales debido a la campaña en Yugoslavia y Grecia.

Desde el comienzo de la guerra, en septiembre de 1939, los británicos habían ido de derrota en derrota. Primero cayó Polonia, por el ataque alemán y, dos semanas más tarde, por el soviético. Los movimientos aliados en torno a Noruega, país neutral cuya ocupación podía privar al III Reich de las materias primas suecas, decidieron a Hitler su ocupación, simultánea a la de Dinamarca. En mayo de 1940 las fuerzas alemanas arrollaron a los ejércitos holandés, belga y francés, más la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF). Francia se rindió, de modo que Inglaterra quedó sola. Únicamente la entrada en la guerra de Italia, el 10 de junio de 1940, permitió a los británicos obtener algunas victorias en Libia y en Abisinia, mientras las bombas caían en Londres.

Envío de tropas británicas a Grecia

El duce Benito Musolini creía que la victoria de Alemania estaba ya decidida y quería participar en el reparto del botín: Egipto, Croacia, Malta, Túnez, Córcega, Niza… Con ocho millones de bayonetas, una fuerza aérea capaz de oscurecer el Sol (sic) y la tercera flota europea (siete acorazados y más de un centenar de submarinos), la guerra se antojaba un paseo. Después de ser vapuleado en África, a Mussolini se le ocurrió invadir en octubre de 1940 Grecia desde Albania. Con la oposición de sus generales, el primer ministro británico, Winston Churchill, ordenó retirar tropas, aviones y barcos de Oriente Próximo y trasladarlos a Grecia. A suelo griego llegaron unos 62.000 soldados británicos, australianos y neozelandeses.

En noviembre de 1940, el ministro de Asuntos Exteriores de Stalin, Viacheslav Molotov, viajó a Berlín para repartirse de Eurasia con Alemania. La reunión fue un fracaso y aceleró los planes de Hitler de invadir la URSS, con la que había firmado un tratado de amistad en agosto de 1939. Ambas partes sabían que ese pacto era sólo un armisticio. Además, Hitler, como Napoleón Bonaparte, quería quitar a los ingleses la posibilidad de contar con un ejército aliado en suelo europeo.

A fin de tener su flanco sur libre, Berlín persuadió al Gobierno yugoslavo para que se uniese al Pacto Tripartito. La adhesión se produjo el 22 de marzo de 1941, pero el 25 se perpetró un golpe de Estado con ayuda inglesa en Belgrado. Entonces, a toda prisa, el alto mando alemán organizó la invasión del reino de Yugoslavia, de acuerdo con Italia, cuya segunda ofensiva en Grecia había fracasado a principios de mes, Hungría, Bulgaria y Rumanía. Fue la Operación 25, firmada por el Führer el 25 de marzo, completada con la Operación Marita, la conquista de Grecia.

El 6 de abril, el Eje atacó Yugoslavia desde varios frentes y el 27 las tropas alemanas entraron en Atenas. En la evacuación de los restos de las unidades de tierra, la RAF y la armada británica sufrieron bajas causadas por la Luftwaffe. El ejército del mariscal List capturó a 90.000 yugoslavos, 72.000 griegos y 13.000 soldados del Imperio, a cambio de sólo 5.000 muertos y heridos.

En la primera semana de abril, las unidades ítalo-alemanas en Libia conquistaron Bengasi. Antes de que acabase el mes, el día 30, Churchill recibió otro golpe: tropas de Irak, donde se había producido un golpe de Estado antibritánico, habían atacado la base de la RAF cerca de Bagdad.

En mayo, los reveses siguieron. La noche del 10, Rudolf Hess, designado por Hitler como su sucesor, llegó en avión a Escocia con la pretensión de negociar la paz. Tanto Washington como Moscú creyeron que había negociaciones secretas entre los dos combatientes. El 20 comenzó la batalla de Creta, que concluyó el 1 de junio con la derrota de los británicos, a pesar de que los paracaidistas alemanes tuvieron un alto número de bajas.

Los generales británicos estaban completamente desmoralizados, al igual que el pueblo. Según el militar e historiador británico Liddell Hart (Historia de la Segunda Guerra Mundial):

Con esta nueva serie de derrotas por manos alemanas y la renovación en primavera de los blitz aéreos contra Inglaterra. Las perspectivas resultaban aún más oscuras que en 1940.

La historia oficial de la Segunda Guerra Mundial, más el cine, asegura que las operaciones alemanas en los Balcanes, el Mediterráneo y Libia para echar a los ingleses del continente europeo y desgastarles tuvieron como consecuencia retrasar la Operación Barbarroja. ¿Fue así?

Las lluvias y pocos vehículos oruga

Ésta es la respuesta de Liddell Hart:

Algunos alegan que el envío de las fuerzas del general Wilson a Grecia, aunque terminó en una evacuación precipitada, estuvo justificado porque dio lugar a un aplazamiento de seis semanas de la invasión de Rusia. Esta alegación ha sido rebatida, y condenada la aventura como un juego político, por un número considerable de soldados que conocían bien la situación del Mediterráneo (…) Arguyen que se sacrificó una espléndida oportunidad de explotar la derrota de los italianos en Cirenaica y conquistar Trípoli antes de que llegara la ayuda alemana, y todo por desviar unas fuerzas inadecuadas a Grecia, que no tenía ninguna posibilidad de salvarse de la invasión alemana.

En la misma línea, Max Hastings (La guerra de Churchill) ha escrito:

Los británicos (…) se convencieron a sí mismos de que su intervención en Grecia había supuesto la imposición de posponer la puesta en marcha de la ‘Unternehmen Barbarossa’. En realidad, un retraso en el deshielo y la escasez de equipamiento alemán constituyeron los factores decisivos de que el ataque tuviera lugar más tarde de lo previsto por Hitler.

Entonces, ¿por qué fracasó Barbarroja? En 1941 la meteorología fue más favorable a Stalin que a Hitler. Por un lado, la primavera fue mucho más lluviosa que de costumbre, lo que empantanó el terreno y forzó a esperar hasta entrado junio a que se secara, y por otro lado el frío del invierno se adelantó y fue más crudo.

Hart señala otro defecto, este técnico del Ejército alemán. En un inmenso espacio donde las carreteras eran inexistentes, los tanques alemanes estaban diseñados para la guerra en Europa Occidental: muy pocos tenían orugas.

La mayor evolución de los tanques en la guerra, más importante aún que su blindaje, fue la capacidad para moverse fuera de las carreteras, de estar libres de la dependencia de superficies suaves y pistas preparadas. (…) el tanque tenía una movilidad revolucionaria.

En las nuevas divisiones Panzer de 1941, prosigue Hart, había casi 3.000 vehículos de tracción convencional (ruedas), por menos de 300 vehículos de tipo oruga. Los alemanes pagaron el error de estar veinte años por detrás de la teoría que habían señalado sus propios militares después de la Primera Guerra Mundial. Este fallo se compensó porque el Ejército Rojo estaba todavía más atrasado en su mecanización.

La principal causa de la derrota alemana fue la mala estrategia de Hitler y sus generales. Si una pequeña parte de los aviones, los tanques y los suministros que se desviaron a Barbarroja se hubieran enviado al Afrika Korps del general Erwin Rommel, los alemanes habrían derrotado al mal mandado y equipado ejército británico, irrumpido en Egipto, donde la población estaba harta de la presencia británica, y quizás cerrado el Canal de Suez.

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