En Venezuela no triunfó la democracia, sino el populismo más rancio. Y ello va a tener un impacto pernicioso y desestabilizador en la región. Los Evo Morales de Bolivia, los Antauro Humala de Perú, los Lula de Brasil, los Kirchner de Argentina y los Marcos de México deben estar celebrando, con serpentina y papel picado, la victoria del ex paracaidista de boina roja.
Fidel Castro, nuestro Sadam Hussein latino y mentor de Hugo Chávez, ha salido a decir, desde las páginas de su oficialista y parametrado diario Granma, que el referendo mostró "de manera inobjetable la incuestionable legitimidad" de su pupilo. No faltaba más. "El pueblo de Venezuela le ha dado al mundo una lección histórica de ejercicio de la democracia verdadera y soberanía nacional", añade el dictador cubano, quien es, además de amigo personal, socio del Orangután Escarlata.
Diecisiete mil cubanos asesores políticos y de inteligencia, médicos, dentistas y entrenadores deportivos han migrado a Venezuela para ser repartidos por el país, como parte de una particular contraprestación de servicios revolucionarios.
Petróleo por cubanización. Así es el arreglo. A cambio, Fidel recibe unos 53.000 barriles diarios de petróleo venezolano, equivalentes a mil millones de dólares anuales, según The Wall Street Journal.
No hay comunista sin suerte. El Tiranosaurio Rex cubano ha encontrado, a su vejez, un mecenas despilfarrador con ganas locas de financiar la subversión castrista, y, de paso, las guerrillas colombianas.
Es la vuelta al populismo trasnochado y a los modelos caudillistas. Es el retorno del marxismo tropical y bananero.
Venezuela es, hoy por hoy, uno de los dos países fuera de África donde el ingreso promedio ha caído en términos reales. El otro es Nicaragua. Asimismo, gracias a la gestión de Chávez, en el último lustro, la pobreza extrema se ha casi duplicado, afectando al 40 por ciento de la población.
Luego de imponerse en el referendo, no cabe duda que lo que se le viene a Venezuela es más caos, más inflación, más desempleo, más corrupción, más violencia, más delincuencia, más autoritarismo. En fin, las siete plagas del populismo. 
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Pedro Salinas es corresponsal de la agencia AIPE en Lima.