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Pedro Salinas

El sentido del diario oficial

El gobierno de Alejandro Toledo detesta a la prensa que no le es afín. La odia, la aborrece, no la aguanta, no la traga y la maldice. Cree que por culpa de la prensa crítica, su popularidad está por los suelos. No entiende, como tampoco lo entendió Fujimori, el rol que le toca jugar a los medios de comunicación en el marco de una sociedad democrática.

Toledo no comprende que el periodismo es el ejercicio de la libertad sin miedos ni tapujos, que mientras más libertad de expresión y análisis mayores serán las posibilidades de desarrollo individual y colectivo. Toledo no digiere la idea de que el periodismo tiene que servir al propósito de suscitar inquietudes, de crear insatisfacción, de despertar conciencias y de motivar a la búsqueda de la verdad.

Al revés, Toledo y sus áulicos no desperdician oportunidad alguna para atacar a los medios. La última de su gobierno ha sido utilizar el diario oficial, El Peruano, para emprender una campaña de desprestigio contra la prensa opositora. Esta costumbre de usar los medios de comunicación del Estado en provecho del gobierno de turno, subvencionados por los impuestos que pagamos todos los peruanos, no es nueva. Ocurrió lo mismo durante el régimen de Alan García y, más tarde, con Alberto Fujimori.

El diario oficial, además de ser utilizado para destacar titulares que favorecen al gobierno toledista y atacar a la oposición, goza del monopolio de la difusión de las Normas Legales, lo que le permite en la práctica hacerse de un mercado cautivo y forzado que quiebra una de las reglas básicas de una economía de libre mercado.

Uno de los argumentos típicos en defensa de la propiedad estatal de medios de comunicación sostiene que el gobierno tiene derecho a expresarse en sus propios medios, sin necesidad de depender de la prensa privada. Empero, es de Perogrullo constatar diariamente que la ciudadanía se informa de las acciones y anuncios gubernamentales leyendo cualquier diario, menos el oficial.

Asimismo se justifica la tenencia de estos medios aduciendo que transmiten educación, cultura e información técnica. No obstante, eso también lo hacen los medios privados. Y con la masificación de Internet y el cable, dichos objetivos se cumplen de mejor forma que dejándoselos al Estado peruano.

Ojalá llegue algún día al poder alguien que, de un plumazo, desembarace al Estado de diarios, radios y canales de televisión. Que los venda y los privatice. El estatismo en cualesquiera de sus formas debe desaparecer.

Pedro Salinas es corresponsal de la agencia AIPE en Lima.

© AIPE

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