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Pedro Salinas

La inminente caída de Toledo

Nadie desea la caída de Alejandro Toledo, pero él mismo la está propiciando con sus desaciertos y metidas de pata. Alejandro Toledo debió ser, luego del desmoronamiento de la mafia fujimorista, el jefe de Estado que sacara adelante al Perú, reconstruyendo sus instituciones y fortaleciendo su economía. Pero no hizo ni lo uno ni lo otro. Se mareó con el poder y optó por el lado frívolo de la política.

Actualmente el gobernante peruano es desaprobado por casi el 80% de la ciudadanía. Apenas un 16% está con él. Y lo peor para Toledo es que ha convocado a unas elecciones regionales, que nadie pidió, para el mes de noviembre que van a cambiar de un plumazo el mapa político del país y va a desaparecer a su agrupación política. De acuerdo a todos los analistas, el principal derrotado de dichas elecciones será Alejandro Toledo y su partido Perú Posible. El principal ganador será el APRA, el grupo político de Alan García, el cual, de acuerdo a los sondeos de opinión, se convertiría en la fuerza política más representativa del país.

Luego de estos comicios, en los que los independientes obtendrán una hegemonía virtual, la suerte de Toledo estará echada. La sensación de vacío de poder se activará con la primera ola de protestas contra el régimen. El presidente peruano ha sensibilizado el gatillo a tal punto que más del 70% de la población está convencida que no va a acabar su período.

Lo que se discute ahora en los cócteles de las embajadas en Lima y en las reuniones privadas es quién lo va a suceder. Podría ser Raúl Diez Canseco, su primer vicepresidente, militante de las filas de Acción Popular y sobrino carnal del fundador de dicho partido que ha gobernado en tres períodos distintos al Perú. Raúl Diez Canseco es un empresario exitoso con nítido apetito de poder y sin línea ideológica clara y definida.

En las reuniones con empresarios, éstos a manera de chanza ya le llaman “presidente”. Sin embargo, la crisis de descrédito que viene acumulando Alejandro Toledo es posible que termine por sepultar también a Diez Canseco.

Por lo tanto, lo más probable es que la sucesión caiga en manos del presidente del Congreso, Carlos Ferrero Costa, quien formó parte del conglomerado fujimorista en sus inicios y cuenta actualmente con el apoyo y la simpatía del APRA.

Así las cosas, todo parece indicar que luego de Toledo los peruanos ingresaremos a un nuevo limbo político, que algunos llamarán transición y durará entre seis meses o un año, mientras se convocan nuevas elecciones generales en las que Alan García (el hombre que destruyó la economía peruana en los ochenta, generando la segunda mayor hiperinflación a nivel mundial, controló precios, suscitó pérdidas millonarias en las empresas públicas, espantó a la inversión privada y quiso estatizar la banca, entre otras barbaridades populistas y socialistas) tiene enormes posibilidades de vestir, otra vez, la banda presidencial.

Ché, los argentinos no están solos. Ahí vamos los peruanos, al mismo sitio. Es cuestión de tiempo.

Pedro Salinas es corresponsal en Lima de la agencia © AIPE

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