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Pedro Salinas

Toledo no es Harry Potter

El presidente peruano, Alejandro Toledo, no las tiene todas consigo. Es una verdad de Perogrullo. El pobre no ha tenido luna de miel como la que disfrutan la mayor parte de presidentes recién elegidos. Y no la ha tenido, en buena cuenta, porque el embalse de expectativas ha sido demasiado grande. Está pagando una factura que, en honor a la verdad, no era del todo suya.

Sin embargo, algo de culpa también tiene Toledo. Como ha recordado recientemente The Wall Street Journal, la mitad de la población de Perú, que vive con menos de tres dólares diarios y sin un empleo estable, no ha olvidado la promesa de campaña de Toledo de crear 2,5 millones de empleos.

Lamentablemente, para el jefe de Estado peruano no ha pasado ni medio año de administración toledista y un sector de la ciudadanía ya le está reclamando resultados inmediatos.

Pero Toledo no es Harry Potter ni su ministro de Economía, Pedro Pablo Kuscynsky, es Mandrake. Pese a que hay algunos indicios que señalan cierto crecimiento, todavía persiste la duda de que la economía se reactive en el 2002. No obstante, hay algunas cifras que empiezan a exhibirse: la economía ha crecido en 2,2% por segundo mes consecutivo; la inflación está por debajo de 1% (inferior a las que se registran en Europa y los Estados Unidos); el riesgo-país acaba de reducirse por tercera vez consecutiva y el tipo de cambio se mantiene estable. No está mal, pero no es suficiente.

El problema es que Toledo no se decide todavía a apretar el pedal de las reformas liberalizadoras. Y, de otra parte, tiene que enfrentar a un Congreso que se ha dedicado, a pesar de no tener iniciativa de gasto, a la elaboración de proyectos de leyes que no nos llevan a ninguna parte.

Muestra de ello es la aprobación de más de un centenar de leyes laborales que cambian las reglas de juego, atentan contra la libertad de empresa y de contratación, desincentivan la inversión privada y, por ende, están orientadas a incrementar el desempleo.

Es cierto que, como decía Machado, es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza, pero la necedad con testuz de búfalo es algo que no se puede tolerar.

El congresista Luis Negreiros Criado, del APRA, autor de la barbarie legislativa, no ha entendido que en lugar de profundizar las reformas laborales lo que está haciendo es retroceder en el tiempo. Si se aplicaran las leyes aprobadas por el Parlamento se introduciría una mayor rigidez en el mercado laboral, lo que reduciría aún más la competitividad de la economía peruana.

Por lo tanto, el Ejecutivo no debe seguir esperando para observar las irresponsables y demagógicas leyes aprobadas que ya fracasaron durante el gobierno aprista.

Toledo no será Harry Potter, pero de idiota no tiene un pelo. Si quiere ser un estadista con iniciativa, debe aprender a tomar decisiones drásticas y oportunas. Y no esperar a que la agenda se la imponga Alan García.

©AIPE

Pedro Salinas es corresponsal de la agencia de prensa AIPE en Lima

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