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Percival Manglano

Manuela Querellas

Esta es la verdadera cara de la alcaldesa de Madrid, que sus madalenas y buenas palabras nunca deberían esconder.

Esta es la verdadera cara de la alcaldesa de Madrid, que sus madalenas y buenas palabras nunca deberían esconder.
Manuela Carmena | EFE

Hagamos un ejercicio de política ficción. Imaginemos:

Un señor ha sido asesinado por la espalda en un bar de Zaragoza por lucir una bandera de la II República. El presunto asesino –nieto de un almirante golpista chileno– es un conocido miembro de la ultraderecha que pasó por la cárcel por dejar tetrapléjico a un policía de una pedrada. Al salir de la cárcel, protagonizó un documental en el que califica su condena judicial de montaje.

Poco tiempo después del asesinato, sale a la luz que un concejal del PP del Gobierno municipal de Madrid presentó un documental que exalta la figura del ultra. Más aún, dicho concejal escribió un artículo en el que califica de poesía la siguiente frase del ultra: "No busco justicia. Busco venganza".

¿Cómo hubiese acabado esta historia? ¿Alguien duda de que los concejales de la izquierda hubiesen exigido responsabilidades al alcalde del PP y la dimisión del concejal elogioso del ultra?

Bueno, pues exactamente esto, pero con los colores políticos cambiados, es lo que ha ocurrido en el Ayuntamiento de Madrid. El asesinado en un bar de Zaragoza pero por llevar unos tirantes con los colores de la bandera de España fue, por supuesto, Víctor Laínez. Su asesino, el conocido activista de ultraizquierda Rodrigo Lanza. Y el concejal que presentó un documental que exalta a Lanza y que escribió un artículo elogiando su figura (aquí) fue Guillermo Zapata, el fugaz concejal de Cultura de Manuela Carmena y hoy concejal presidente de dos grandes distritos de Madrid.

El PP por supuesto que exigió responsabilidades. En su nombre, yo mismo defendí una moción en el Pleno del Ayuntamiento para que se condenase el asesinato de Laínez y se rechazase que ningún madrileño pueda ser insultado o agredido por lucir los colores de la bandera de España.

Tres concejales del partido de Carmena, Ahora Madrid, evitaron apoyar la moción (una incluso lo justificó en público apelando, cómo no, a la derecha: aquí). Pero es que, además, la alcaldesa de Madrid, en su condición de presidenta del Pleno, una vez concluido el debate y antes de proceder a dar paso a la votación, me amenazó con ponerme una querella por calumnias. Denunció que era intolerable que yo hubiese dicho que existe una afinidad entre concejales de Ahora Madrid y Rodrigo Lanza y que, si no retiraba mis palabras, nos veríamos en los tribunales. Evidentemente, no las retiré. En este vídeo aparece el intercambio.

Para que no haya ninguna duda sobre lo que dije y que el lector pueda juzgar por sí mismo, aquí y aquí encontrará mis dos (cortas) intervenciones. La primera es la principal.

Recuerdo que el delito de calumnias previsto en el artículo 205 del Código Penal supone que se impute a alguien la comisión de un delito con conocimiento de no lo hizo o temerario desprecio de la verdad. Invito al lector a que identifique qué delito imputo a nadie y, también, si es falso que existe una afinidad entre Rodrigo Lanza y el mundo de Ahora Madrid/Podemos. Este vídeo en el que el ahora secretario general de Podemos en Aragón (el sustituto de Pablo Echenique) llama "amigo" a Rodrigo Lanza quizá le ayude a salir de dudas.

Nos encontramos, pues, con una alcaldesa que modera los debates del Pleno del Ayuntamiento amenazando a los concejales de la oposición con ponerles querellas. Esta es la verdadera cara de Manuela Carmena, que sus madalenas y buenas palabras nunca deberían esconder. No olvidemos que Carmena echó sus dientes políticos en el PCE de los años 60 y 70. Algo sabe sobre cómo laminar sin piedad al disidente.

Y para que vean que esto no es un simple calentón, les cuento ahora algo que nunca antes había contado. Esta no es la primera vez que Manuela Carmena me amenaza con ponerme una querella. La diferencia es que la anterior fue en privado. Fue a cuenta de la famosa historia de su chalé y su misterioso patrimonio (un resumen, aquí).

Tras el último debate al respecto en el Pleno, cuando Carmena quiso justificarse blandiendo una chequera en la que había anotado unas cifras a mano (aquí), me llamó a su despacho. Ahí sentados, tras invitarme a un café y hablar de banalidades, me dijo que o dejaba de hablar del tema o se querellaría contra mí. Fue fría, directa, sin contemplaciones, mirando a los ojos. Lo tenía muy meditado. Le dije que no dejaría de hablar de ello y que hiciese lo que considerase oportuno. Recuerdo que salí aturdido de su despacho. No podía creerme que me hubiese querido amedrentar de esta burda manera.

El aturdimiento pasó, claro. Y ahora sólo hay claridad. Claridad sobre los métodos de Carmena y los suyos (son los mismos; aquí no hay unos mejores y otros peores). El amedrentamiento de la oposición está a la orden del día y quién ose llevarle la contraria se encontrará con una querella.

La nueva política, la sonrisa de un país, la dulce abuelita defensora de la libertad de expresión era esto.

Percival Manglano, concejal del PP en el Ayuntamiento de Madrid

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