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Pío Moa

Informando a Cercas

Tengo la impresión de que, al proponer el adoctrinamiento de la juventud, el señor Cercas no ha medido bien sus fuerzas ni sus conocimientos. Claro que una generosa aportación de dinero público puede reducir a la insignificancia tales problemas.

Recientemente han publicado los escritores Javier Cercas y Jordi Gracia sendos artículos en El País en los que se nos alude directa o indirectamente, a César Vidal y a mí. Yo habría mandado una réplica al periódico de marras, si no fuera porque ya tengo experiencia de cómo las gastan los “demócratas” que mandan o mangonean en esa publicación. Por consiguiente no perderé el tiempo y contestaré aquí.

El señor Cercas empieza hablando de un “pacto de silencio” –o más bien de “aparcamiento”, aclara–, en torno a la guerra y el franquismo, un pacto injusto, aunque necesario para la Transición; y que va siendo hora de superar, nos urge el señor Cercas. Bueno, para su satisfacción le informaré de que el injusto pacto ya está superado, pues nunca existió. Si tiene alguna duda, eche un vistazo a la enorme bibliografía generada en estos años sobre tales temas. El asunto es muy otro: la izquierda y los separatistas pretenden hacer ahora un “juicio político” al franquismo, idea excelente si por tal cosa entendemos establecer un balance histórico basado en los hechos.

¿Quieren eso el señor Cercas y sus amigos? No estoy muy seguro, porque al enjuiciar al franquismo también resultarán inevitablemente procesados sus jueces, y eso, sospecho, les hace poca gracia. Como observé ante el mismo designio expuesto por el admirable enterrador de Montesquieu, don Alfonso Guerra, la consideración del franquismo incluirá necesariamente la del PSOE, organizador de la guerra civil, del expolio masivo de bienes públicos y privados durante la guerra, de la entrega de las reservas financieras españolas a Stalin y de una corrupción salvaje en torno al suministro de armas, entre otras cosas. Un partido que, vuelto al poder en 1982, ha honrado a España con una nueva oleada de corrupción rampante, terrorismo de estado, ataques a la libertad de expresión y a la independencia judicial, etc. Todo lo cual, bien expuesto a la luz, ayudará sin duda a los españoles a entender en profundidad la república, la guerra y el franquismo. No parece el señor Cercas muy al corriente de estos detalles, pero puede informarse al respecto, si quiere, pues existe ya bastante bibliografía veraz y documentada. Entre otros, los libros de César Vidal y de un servidor, perdón por la inmodestia, le serían de gran ayuda.

Al señor Cercas, como a Tusell, Juliá y muchos otros, le preocupa también que los niños y jóvenes no estén debidamente adoctrinados sobre el pasado reciente, y desean cambiar eso. Un plan nada disparatado, porque su puesta en práctica movilizaría cuantiosos fondos públicos, con el consiguiente beneficio económico para el país y para los promotores de la idea. Cercas es partidario de explicar así la cosa: "Había una vez en España una República democrática mejorable, como todas, contra la que un militar llamado Franco dio un golpe de Estado. Como algunos ciudadanos no aceptaron el golpe y decidieron defender el Estado de derecho, hubo una guerra de tres años”. Ahí ya podría surgir alguna discrepancia. ¿No ha oído hablar el señor Cercas de las insurrecciones anarquistas? ¿O del golpe de Sanjurjo, el general que tanto ayudó a traer la república? ¿O de los intentos golpistas de Azaña? Y sobre todo, ¿no conoce lo ocurrido en octubre del 34? Como parece que no, le propongo una ligera modificación a sus asertos pedagógicos: “Había una vez en España una República democrática mejorable, que el PSOE y los nacionalistas catalanes, considerándola “burguesa” o “centralista”, intentaron destruir en 1934 mediante una guerra civil. El general Franco defendió entonces la legalidad republicana. En 1936 los mismos partidos y otros crearon un proceso revolucionario y acabaron de destruir la democracia, y el resultado fue la reanudación de la guerra civil, y Franco ya no creyó posible la democracia en España. Para que entendáis, jóvenes, lo peligroso de arrasar las leyes que nos permiten convivir en paz y en libertad”.

Sigue nuestro pedagogo: “La (guerra) la ganó Franco, quien impuso un régimen sin libertades, injusto e ilegítimo, que fue una prolongación de la guerra por otros medios y duró 40 años. Eso es todo. Claro, es un relato simple, incluso simplista, pero ni una sola de las palabras que lo integran es, me parece, falsa, ni traiciona la verdad de la historia”. De nuevo el señor Cercas se manifiesta tan optimista como mal informado. Se ajustaría más a los hechos si dijera: “Ninguno de los bandos defendió, por tanto, la democracia. Franco ganó la guerra e impuso un régimen autoritario, muy preferible en todo caso a las opciones totalitarias de sus enemigos”.

Y concluye el adoctrinador: “Políticamente no hay dudas: los buenos -los que tenían la razón política- perdieron la guerra; los malos -los que no tenían la razón política- la ganaron”. De lo cual deducimos que el conglomerado de marxistas revolucionarios, anarquistas, golpistas de Companys y de Azaña y racistas del PNV, todos ellos bajo la protección de Stalin, son los buenos. ¿Y por qué no? Eso va en gustos. Pero entonces el señor Cercas debería explicarnos un poco mejor eso de que aquella buena gente defendía la democracia y el estado de derecho. Le insto a hacerlo, a ver si convence a quienes no somos ya tan jóvenes e indocumentados… A él le horroriza, en cambio, otra posible versión, profetizada irónicamente por Vázquez Montalbán, comunista de pro, sobre Franco: 'Gobernante autoritario que salvó a España de la Segunda Guerra Mundial y de la amenaza comunista, que puso las bases para el desarrollo económico y la entrada en Europa'. Para Cercas, ese juicio constituiría un catastrófico fracaso histórico. Va en gustos, nuevamente, pero pruebe a demostrar que hay una solo dato falso en tal descripción. Todos le quedaríamos muy agradecidos.

Tras una divagación confusa y banal, muy carpetovetónica, en torno a unas frases de Isaiah Berlin, nuestro instructor de juventudes asegura: “El hecho es que durante la Transición todos los partidos políticos consideraron que el triunfo absoluto de la justicia, que hubiera significado el retorno de la legitimidad republicana, el juicio de los responsables del franquismo y la reparación de sus víctimas, hubiera acarreado la absoluta derrota de la convivencia y la libertad”. Pero treinta años después “es hora de reparar esa injusticia flagrante” ¿De veras? La transición se hizo por iniciativa del franquismo reformista, y a ninguno de sus partidos se le ocurrió que hubiera justicia alguna en enlazar con la legitimidad republican, destruida desde 1934 por las izquierdas. Tal idea sólo podía ocurrírseles a los comunistas, los socialistas y quizá a los anarquistas, es decir, a los herederos de quienes habían liquidado violentamente la legalidad republicana. También se les ocurría a los grupos terroristas y separatistas… Hombres muy amantes de la justicia todos ellos.

Y por fin cae Cercas en el argumento sentimental: las víctimas franquistas fueron honradas durante la dictadura; ahora les toca a las del otro lado. Pero vuelve a fallarle la memoria, pese a su juventud. En los últimos 30 años puede decirse que las víctimas honradas han sido casi exclusivamente las de izquierda. Cabe condensar el hecho en García Lorca, homenajeado hasta el hartazgo, también por la derecha, mientras otros intelectuales asesinados por las izquierdas han recibido el silencio, el desprecio, y ni la menor solidaridad de las izquierdas. Y vuelve a fallar estrepitosamente la memoria del buen Cercas cuando asegura que las víctimas izquierdistas “sufrieron por defender la democracia”. ¿La democracia de Stalin, quizá? Otro fallo de la memoria: ¿y los muchos izquierdistas masacrados por otros izquierdistas? Ni los menciona. ¿También defendían la democracia? Sin duda nos lo aclarará pronto.

Tengo la impresión de que, al proponer el adoctrinamiento de la juventud, el señor Cercas no ha medido bien sus fuerzas ni sus conocimientos. Claro que una generosa aportación de dinero público puede reducir a la insignificancia tales problemas. Después de todo, ¿qué es la verdad? Lo importante es el control del erario.

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