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Pío Moa

Peces Barba sermonea

En un artículo de ABC, "Historia y derechos humanos", Peces-Barba advierte: "la evolución histórica depende de muchos factores que no es fácil relacionar ni conectar, ni mucho menos prever con exactitud, con un método científico. La historia está siempre abierta..." Esta vaguedad muy oída queda bien, no obstante, como expresión de prudencia y modestia intelectual. O quedaría, si el autor no afirmase luego con rotundidad que la comprensión de los derechos humanos exige una aproximación histórica, la cual "debe ser abordada desde el punto de vista que aquí presento". Punto de vista alumbrador de una "verdad, hija de la historia", envuelta en frases como ésta: "No es el concepto histórico de los derechos el que nos permite analizar con certeza su realidad, sino que es el análisis de la realidad actualel que se extiende como historia inamovible". Aquí, lo de "inamovible" resulta también lo más inteligible. La dificultad de "conectar y relacionar los factores históricos" debe de afectar, pues, al común de los mortales, pero no tanto al ilustre profesor.

La idea, en fin, viene a ser ésta: "El antropocentrismo y la secularización son dos pilares para la comprensión de los derechos humanos", y de ahí "la mala conciencia de obispos y clérigos que, conocedores de la oscura historia de la Iglesia-institución con los derechos humanos, pretenden rescatarlos del pensamiento secular y convertirlos en derechos derivados de los derechos de Dios. Uno se pregunta si existe otra Iglesia que la Iglesia-institución, y si puede Dios tener derechos, pero, en fin, lo importante es que el planteamiento de Peces-Barba tiene un serio problema: si el antropocentrismo y la secularización son pilares de los derechos humanos, también lo son de los regímenes policíacos, las guerras mundiales y los campos de exterminio del siglo pasado, difícilmente atribuibles a los "derechos de Dios" o a la "Iglesia-institución". Enorme problema, pero aquél ni siquiera parece vislumbrarlo. Unas citas de autoridad y ataques, en este caso inmerecidos, a la Ilglesia, le dejan satisfecho. ¡Seudopensamiento beato, tan común en España a derechas e izquierdas!

Por otra parte, los derechos humanos se entienden de modo distinto en la tradición anglosajona, donde enlazan con el tronco cristiano, y en la jacobina, que intenta quemar –muy literalmente– ese tronco, dándolo dogmáticamente por seco y sin vida. Peces-Barba, en la onda jacobina –algo atemperada por exigencias de la historia– se manifesta a menudo como persona dogmática e intolerante, mientras se llena la boca de las palabras contrarias, suceso harto frecuente en nuestra izquierda.

Un caso: hace años, alumnos de la Universidad Carlos III pidieron instalar en ella una capilla. La gran mayoría de los españoles sigue siendo católica, y la existencia de capillas en las universidades es una larga tradición que no perjudica ni se impone a nadie, mientras parece beneficiar espiritualmente a algunos. Pero Peces-Barba, rector del centro, lo impidió en nombre de la secularización y el antropocentrismo. Podría decirse lo que Friedrich von Gentz de la revolución francesa: "Invocaba los derechos del hombre para justificar la destrucción de los derechos de los ciudadanos". Y, puestos a hablar de historia, la Universidad es una institución creada por la Iglesia, no por los jacobinos.

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