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Pío Moa

¿Quién amenaza la democracia?

Si es verdad que existe una derecha antidemocrática, también lo es que carece de fuerza, que no es violenta salvo grupos neonazis insignificantes, y que ni siquiera pretende lo que pretenden y hacen izquierdas y separatismos.

Como los colaboradores y premiadores de la ETA no dan puntada sin hilo, han elegido el 20 de noviembre para las elecciones, con intención de recordar la dictadura e identificar al PP con ella. Se trata de sugerir que el franquismo es el verdadero peligro para la democracia, y no la alianza PSOE-separatismo-ETA.

La política, sobre todo cuando se vuelve tan demagógica como hoy en España, se convierte en puro ilusionismo. Así, pocos recuerdan que la democracia viene del franquismo y de las condiciones históricas creadas por este, mientras que todos los peligros para ella han nacido del antifranquismo: oleadas de corrupción, ataques a la unidad nacional, terrorismo, cooperación y premio al terrorismo, corrosión de la independencia judicial, deterioro de la salud social (de esto nunca se habla, ya lo haré más a menudo), leyes totalitarias como la de "memoria histórica", resurgimiento del anticristianismo agresivo, promoción intencionada del islam, etc.

Para conseguir que estos hechos evidentísimos se hurten a la visión del público, la izquierda, los separatistas y los terroristas han tenido un éxito increíble en desviar la atención de ellos para focalizarla en el franquismo. Este sería el culpable de todos los males y la amenaza permanente sobre el sistema de libertades. La campaña empezó ya antes de la transición, como he recordado en el libro al respecto, por medio de una falsificación básica que presentaba al Frente Popular como un régimen legítimo y defensor de "la libertad", destruido por el "fascismo", el "nacionalcatolicismo", el "golpe militar" o como quisieran llamarlo. Y que en la necesaria lucha contra Franco, los comunistas y los mismos etarras defendían la democracia. Falsedades de tal calibre solo pudieron cuajar porque quienes tenían la obligación de defender la verdad histórica, sin la cual ninguna reconciliación es posible, renunciaron a ello casi desde el primer momento. Así la relación con el régimen anterior quedó como un pecado original que casi todo el mundo quería sacudirse, a izquierda y derecha. Y el pequeño sector franquista que permanecía en sus trece volvió a ver en esa monstruosidad la confirmación de la maldad intrínseca de la democracia liberal.

Pero si es verdad que existe una derecha antidemocrática, también lo es que carece de fuerza, que no es violenta salvo grupos neonazis insignificantes, y que ni siquiera pretende lo que pretenden y hacen izquierdas y separatismos. No es en absoluto un riesgo para las libertades, mientras que la izquierda y el separatismo, que en España nunca han dejado de ser extremistas, sí lo son, y un riesgo gravísimo.

Mucha gente percibe la necesidad de una regeneración democrática, aunque por ella se entiendan a menudo cosas diferentes. En cualquier caso, parte inexcusable de ella es la eliminación del ilusionismo y clarificación de la historia real.

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