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Pío Moa

Una lección de periodismo

Las contradictorias frases de Cebrián condensan, en mi opinión, la clase de periodismo e información que ha practicado durante largos años el grupo PRISA, grupo de prensa salido, para más paradoja, de los aledaños de la dictadura.

Obsérvense estas frases de Juan Luis Cebrián sobre Franco:

Los españoles no han sabido nada sobre los horrores de la represión que siguió al final de la guerra hasta que Franco estuvo físicamente muerto (...). Fue un dictador frío, que nunca negó la existencia de la represión porque siempre pensó que hacía bien.

Si Franco nunca negó esa represión, ¿cómo pudieron ser ignorados sus horrores por la gente? Más aún, ¿cómo es posible que los españoles pudieran ignorar hechos tan terribles que ocurrían en su propio país, ante las narices de todo el mundo, durante casi cuarenta años? ¿Máxime cuando mucha gente escuchaba emisoras extranjeras y numerosos periódicos ingleses, franceses, useños y otros se vendían normalmente en España, como recordaba Solzhenitsin? Desde los doce años yo solía escuchar la BBC, Radio París y La Pirenaica entre otras. Ni siquiera la emisora comunista daba noticias de tales "horrores", a no ser que consideremos tales el fusilamiento de J. Grimáu –un chekista caracterizado–; de algunos anarquistas que pusieron bombas; o de algunos miembros de la ETA y el FRAP que habían asesinado a diversas personas. Las contradictorias frases de Cebrián condensan, en mi opinión, la clase de periodismo e información que ha practicado durante largos años el grupo PRISA, grupo de prensa salido, para más paradoja, de los aledaños de la dictadura, de la cual se benefició sin tasa. Este ha sido el periodismo dominante durante decenios, y sus resultados, la confusión y la falsificación histórica entre otros, están bien a la vista.

Pero hay otro punto clave, más histórico que periodístico. Como todos sabemos, hubo en la inmediata posguerra una represión masiva, aunque sin alcanzar nunca, ni de lejos, la practicada por los regímenes comunistas cuya propaganda, por cierto, acepta e incluso amplía Cebrián. Ya he señalado –pero siempre debe repetirse, por lo revelador que es– un dato clave en la muy insistente campaña de reavivamiento de unos odios y rencores prácticamente apagados hace ya muchos años: el intento de confundir a la gente identificando como "víctimas" tanto a los inocentes como a los sicarios del Frente Popular, culpables de crímenes en verdad horrorosos y a quienes sus jefes abandonaron sin escrúpulo alguno. No fueron lo mismo los asesinos y los inocentes fusilados, y quienes presentan de este modo las cosas desvelan su intento de ensalzar a los primeros y denigrar a los segundos: no cabe otra explicación lógica.

Hace poco el historiador inglés Julios Ruiz desmantelaba en un contundente estudio otros aspectos de esa represión: no fue un genocidio ni nada semejante; la mayor parte de las víctimas proceden de los meses inmediatamente posteriores a la guerra civil, debido en gran parte al caos reinante y a la insuficiencia de los medios para juzgar a tanta gente; pronto empezaron las medidas de gracia, que dejaron en libertad a los condenados hasta a veinte años; las medidas de gracia no tuvieron nada que ver, como pretenden los "informadores" tipo Cebrián, con la marcha de la guerra mundial, y empezaron a aplicarse cuando Alemania parecía la vencedora absoluta.

Hay en España una ignorancia espeluznante. Y más todavía una decisión de mantener esa ignorancia.

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