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Rafael Tamames

¿Es el fin de la educación analógica?

Los aprendices digitales lo tendrán ahora un poco más difícil si quieren escaquearse y deberán encontrar nuevas excusas digitales.

Los aprendices digitales lo tendrán ahora un poco más difícil si quieren escaquearse y deberán encontrar nuevas excusas digitales.
Imagen de la campaña del Lenovo 300E | Imagen de vídeo

La digitalización y la tecnología impregnan ya casi todas las facetas de nuestras vidas. Desde neveras inteligentes hasta todo tipo de aplicaciones para el teléfono móvil, es rara la faceta cotidiana en la que no podamos contar con algún elemento electrónico, digital o "inteligente". La educación no podía ser menos, y tanto para enseñar como para aprender en todos los entornos, desde el familiar, al escolar o el formativo, utilizan de forma habitual pizarras electrónicas, tablets, ordenadores, proyectores y toda clase de aparatos. Como no podía ser de otra manera y a la vista de las nuevas necesidades del mercado, las marcas hace tiempo que comenzaron la carrera por diseñar nuevos artículos que ayuden a profesores, padres y alumnos en el aprendizaje contemporáneo.

Como explica Jim Taylor, Doctor en filosofía y especialista en psicología del deporte y crianza, en este artículo publicado en Psychology Today: "Los efectos de la tecnología en los niños son complicados y presentan tanto beneficios como costes. El hecho de que la tecnología ayude o perjudique en el desarrollo del pensamiento de los hijos depende de cuál sea esa tecnología específica y de cómo y con qué frecuencia se use".

Esto puede parecer de sentido común, pero con la implantación de las nuevas tecnologías en la enseñanza de los más pequeños se abren nuevos debates sobre las consecuencias que podrían tener en los niños y cómo evitar las amenazas que podrían suponer. Una de las primeras medidas que acuden a la mente de los padres es restringir el acceso a Internet o por lo menos controlar qué es lo que pueden ver en sus dispositivos. Algunas plataformas han creado aplicaciones específicas para niños como Youtubekids o marcas como En familia, de Apple, que permite crear un ID específico para un niño menor de 13 años. Incluso navegadores como Google Chrome han habilitado opciones para intentar controlar el acceso a la red de los más pequeños, aunque eso no quita para que puedan conectarse desde cualquier otro dispositivo. Hecha la ley, hecha la trampa. A estas alturas de la evolución digital, contener el acceso a Internet sería como intentar poner puertas al campo. Así que parece que la única vía pasa por una adecuada educación digital y mucho sentido común, que como todo el mundo sabe, es el menos común de los sentidos.

Algunas compañías, como es el caso de Lenovo Global, han hecho de la necesidad virtud con el lanzamiento del portátil 300E con el que pretende integrarse en el sector educativo. Con una buena dosis de humor y mucha psicología, la campaña #NoMoreExcuses diseñada por la consultora digital Findasense, pone de manifiesto cómo la antigua era educativa ha llegado a su fin. El planteamiento es tan sencillo como ingenioso: los niños no tendrán argumentos tradicionales para evitar hacer los deberes, si los tienen que hacer en un ordenador.

Así, desde que el perro se comió el cuaderno, hasta que se le ha caído un vaso de agua encima de la redacción mientras merendaban, pasando por que se ha gastado la tinta del boli, las excusas tradicionales se desmoronan ante una realidad evidente: ya no sirven en un entorno digital. Las excusas han sido elaboradas, divertidas, entrañables e inverosímiles, pero todas tenían algo en común: pertenecían a un universo de aprendizaje analógico.

Con la era digital (y en este caso con un ordenador portátil), el perro ya no podrá comerse los deberes, el agua no podrá borrar la tinta y el boli no se acabará porque los niños escribirán en teclados. Los aprendices digitales lo tendrán ahora un poco más difícil si quieren escaquearse y deberán encontrar nuevas excusas digitales para viejas pataletas analógicas. Para que luego digan que la tecnología acaba con la creatividad y la imaginación de los niños. Lo más seguro es que vuelvan a sorprendernos.

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