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Raymond Ibrahim

Aumentan las condenas por blasfemia en el Egipto de Sisi

La Ley Antiblasfemia pone en la mira a cristianos y laicos.

La Ley Antiblasfemia pone en la mira a cristianos y laicos.

Pese a la abundancia de palabras y gestos con los que el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, promueve el pluralismo, que le han cosechado el aplauso de los cristianos y moderados del país, el mandatario apacigua a los islamistas y sus pretensiones de forma evidente al consentir que la controvertida ley de difamación de las religiones, conocida popularmente como Ley Antiblasfemia, se aplique a cristianos y moderados de forma aún peor que cuando los Hermanos Musulmanes y Morsi ocupaban el poder.

El mes pasado, tres adolescentes cristianos fueron condenados a cinco años de cárcel por infringir la referida ley. Un cuarto acusado, de 15 años, fue enviado al correccional por tiempo indefinido. Anteriormente habían estado detenidos durante 45 días y fueron víctimas de maltrato, según un grupo pro derechos humanos.

Su delito fue grabar en un teléfono móvil un vídeo de 20 segundos en el que se burlaban del Estado Islámico, lo que ha sido considerado una burla contra el islam. En el vídeo, los chicos aparecen riendo y gastando bromas mientras fingen ser miembros del ISIS que rezan y degüellan. La Comisión Egipcia de Derechos y Libertades, un grupo independiente pro derechos humanos, confirmó que los cuatros adolescentes interpretaban escenas en las que "imitaban matanzas cometidas por grupos terroristas". Aun así, según su abogado defensor, Maher Naguib, los jóvenes cristianos han sido "condenados por despreciar el islam e incitar a la lucha sectaria (…) El juez no tuvo piedad. Dictaminó la condena máxima".

Si tenemos en cuenta que incluso Al Azhar, la más prestigiosa universidad del mundo islámico, se niega a calificar al Estado Islámico de no islámico, no resulta sorprendente de que burlarse del ISIS se equipare a burlarse del islam.

Los jóvenes cristianos grabaron el breve vídeo en enero de 2015, cuando tres de ellos tenían 17 años y el cuarto 15. Se cree que el tribunal fue aplazando el juicio hasta que los tres primeros cumplieran los 18, de forma que pudieran ser condenados a penas de adultos. Su profesor, que también aparecía en la grabación, fue condenado antes que ellos a tres años de cárcel.

Otros cristianos han sido procesados durante el mandato de Sisi por insultar al islam y a los musulmanes. Un joven cristiano fue condenado a seis años de cárcel por dar me gusta a una página de Facebook en árabe administrada por musulmanes conversos al cristianismo. Una profesora cristiana fue encarcelada durante seis meses después de que sus padres musulmanes la acusaran de insultar al islam y de evangelizar. Bishoy Armia Bulus, un musulmán converso al cristianismo, sigue entre rejas por falsos delitos de blasfemia, según su abogado.

Aunque las minorías cristianas son las más propensas a ser objeto de la Ley Antiblasfemia, los escritores y pensadores musulmanes laicos también se encuentran en las listas de perjudicados. En enero, la escritora musulmana Fátima Naut fue condenada a tres años de prisión por criticar la sádica matanza de animales que tiene lugar durante la fiesta islámica de Eid al Adha. Un mes antes, el presentador de televisión Islam al Behairy fue condenado a un año de cárcel por cuestionar la validez de algunos de los dichos (hadices) atribuidos al profeta islámico Mahoma.

Aunque la Constitución egipcia no permite que se "difame" a las "religiones", y ese plural implica que, aparte del islam, el judaísmo y el cristianismo también están protegidos, en realidad la ley se emplea casi exclusivamente para procesar a minorías cristianas y a musulmanes laicos. Pese a que en Egipto hay muchos más musulmanes que cristianos, es muy poco frecuente que se detenga y procese a los primeros por difamar al cristianismo.

En este aspecto, Egipto se está volviendo como Pakistán. Aunque este país también prohíbe que se difame a las religiones, lo que técnicamente incluye al cristianismo, sólo se procesa y encarcela a cristianos y musulmanes moderados. Algunos de ellos, como Asia Bibi, una cristiana de cincuenta años madre de tres hijos, están en el corredor de la muerte. En cambio, los musulmanes que difaman abiertamente el cristianismo (y son muchos) normalmente salen impunes de una u otra forma. Hace unas semanas, un musulmán asaltó una iglesia y se dedicó a quemar sus biblias. Aunque varios cristianos lo atraparon y entregaron a la Policía, él alegó ser mentalmente inestable e inimputable. En otro caso, un tendero musulmán empezó a vender zapatos con una cruz cristiana en la suela. Los cristianos se manifestaron en contra, pero la Policía no hizo nada.

El 26 de enero, poco después de que la escritora Fátima Naut fuera condenada, otro musulmán moderado, el presentador de televisión Ibrahim Eisa, criticó mordazmente el Gobierno de Sisi, mencionando incluso que "ha habido más casos y condenas por blasfemia durante la época de Sisi que durante la de Morsi". Y prosiguió así:

No hay mayor contradicción entre lo que el Estado predica de sí mismo y la realidad sobre el terreno (…) El Estado egipcio es esquizofrénico, porque dice lo que no hace (…) Resulta sorprendente y desconcertante ver a un Estado cuyo presidente predica constantemente la necesidad de un discurso y una renovación religiosos y, sin embargo, durante los 18 o 19 meses de mandato de Sisi la nación ha sido testigo de más denuncias, procesamientos y condenas, y del encarcelamiento de escritores por difamar las religiones, que durante el año que estuvo en el poder el presidente de los Hermanos Musulmanes (…) La revolución [de Sisi] derribó a los Hermanos pero mantuvo intacta su ideología.

© Revista El MedioGatestone Institute

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