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Regina Otaola

Espejo en que mirarse

En Madrid se respira libertad allí por donde se vaya. No así en el Pais Vasco, por mucho que ahora nos quieran vender lo contrario.

Vaya por delante mi absoluto respeto por la decisión adoptada por nuestra presidenta Esperanza Aguirre, respeto que de ninguna de las maneras sustituye a la gran tristeza que sentimos la mayoría de los madrileños –algunos lo somos de adopción–.

Esperanza lo ha dado todo por la Comunidad de Madrid y por España. Y creo que por el PP. Ha sido y confiamos en que siga siendo la voz clara y firme de los que pensamos que hacer política no está reñido con la libertad ni con la verdad, sino todo lo contrario. Y así lo recordaba ella en el último Debate sobre el Estado de la Región, siempre con la verdad por delante. Siempre honesta consigo misma y con los demás. Algo muy difícil de encontrar en la actualidad, donde el quedar bien es lo que más se lleva.

Esperanza lleva consigo, encarna no sólo la Comunidad sino el Estado, y por eso, entre otras cosas, pone a los nacionalistas en su sitio, aunque la demonicen, como ha hecho este lunes el portavoz del PNV en el Congreso. Para el nacionalista, la presidenta "tensiona y crispa a la sociedad". ¿A qué sociedad, me pregunto? No a la madrileña, que le ha votado por mayoría. Más quisiera el PNV tener tantos votantes como ella. Entonces debe de crispar a la vasca, pero resulta que tampoco. Así que a quien realmente crispa es a los nacionalistas, por decir las verdades del barquero. La verdad y el nacionalismo son incompatibles.

En Madrid se respira libertad allí por donde se vaya. No así en el Pais Vasco, por mucho que ahora nos quieran vender lo contrario. Los proetarras gobiernan instituciones porque los nacionalistas del PNV así lo quieren. Los nacionalistas se han encargado de mutilar la libertad. Siempre se han movido en la apariencia, en la ambigüedad calculada, permitiendo que muchos vivieran en un infierno disfrazado de democracia. De hecho, miles de vascos hemos sido y seguimos siendo acogidos en esta tierra castellana tras dejar aquélla, bien por salvar la vida, bien por extorsión, bien por hartazgo. Del infierno, la gente quiere escapar.

Esperanza ha sido y seguirá siendo una líder, aunque haya escogido quedarse en la segunda fila. Y creo que debe ser el espejo en el que mirarse. Ella ha gobernado teniendo siempre como guía el servicio a los ciudadanos. Las personas cuentan para ella. Para Esperanza, los ciudadanos son personas, no meros instrumentos al servicio del poder. Tan es así que hoy varias víctimas de ETA y del 11-M que me han llamado para transmitirme su desolación.

Presidenta: en primera o en segunda fila, seguirás contando con nuestro apoyo, consideración y agradecimiento.

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