Menú
Ricardo Medina Macías

Los mexicanos

En diez años, de 1990 a 2000, la población mexicana en Estados Unidos creció 53 por ciento. Llegaron atraídos por el imán de las oportunidades, huyendo de un sistema político diseñado para mantener a los pobres en la perpetua pobreza limosnera.

Son más de 20 millones. De entre los “hispanos” en Estados Unidos son los más numerosos, los más jóvenes, los menos instruidos, los más pobres.

Pero obtienen ingresos promedio superiores a los de sus compatriotas que permanecen, de fuerza o de grado, en México. Son los exitosos de la familia. Los que “ya la hicieron” por sus propios medios, sin incorporarse a la delincuencia organizada, sin medrar en la politiquería mexicana, sin un pariente “enchufado” que les consiguiera una plaza de aviadores en tal o cual dependencia...

Hay varias maneras de ver a esos 20,6 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos. Con admiración por su espíritu emprendedor. Con conmiseración porque son objeto de discriminaciones y malos tratos. Con interés, porque representan un mercado enorme y desatendido.

Algo muy malo debió estar pasando en México durante los diez años que van de 1990 a 2000 para que la población mexicana en Estados Unidos creciera 53 por ciento. Por lo pronto, la reforma agraria, la justicia social y toda la palabrería con que nos atosigaron los gobiernos del PRI durante décadas están reprobadas.

Los que pudieron sobreponerse a esa “plaga” del agrarismo y del reparto demagógico de la tierra sin ningún respeto a los derechos de propiedad, se fueron a Estados Unidos o emigraron a la ciudad cambiando la miseria rural por la sordidez de la pobreza urbana.

Y es que para estar fregado también hay “clases”. No es lo mismo ser delincuente en Iztapalapa, que cañero en Morelos, que jornalero en Zacatecas, que chicano en Los Angeles, Chicago o Nueva York.

No es lo mismo ser “pobre” dentro de un segmento de población cuyo ingreso familiar promedio es de 28,330 dólares al año –población “hispana” en Estados Unidos–, que ser “pobre” dentro de una población que apenas llega, en el más favorable de los indicadores, a unos 6.000 dólares anuales de ingreso promedio, como sucede en México.

Un reportero de televisión anunciaba ayer que “miles de campesinos” manifestaban frente a las secretarías de Agricultura, Economía y otras en la Ciudad de México. Un bien organizado montaje de la pobreza de los hombres y mujeres del campo mexicano para “calar” al gobierno de Vicente Fox. Detrás del montaje nadie o casi nadie recuerda que esa pobreza lacerante es producto de años de demagogia colectivista. Por el contrario, los organizadores de la puesta en escena repiten con fatigosa monotonía la misma demagogia y las mismas consignas huecas.

Mientras tanto, 20,6 millones de mexicanos forjan su propio destino en Estados Unidos. No los culpo, la demagogia no da para comer, para educar a los hijos, para vivir mejor. Votaron con los pies y acertaron.

¿No es hora de que en México nos dejemos de politiquerías y les demos oportunidades similares a quienes permanecen aquí? Un buen principio sería dejar de engañar y de engañarnos.

© AIPE

El mexicano Ricardo Medina Macías es analista político.

En Internacional

    0
    comentarios